“El ser humano no debe perder nunca la humildad”

En estas páginas, Alejandro Moscoso Segarra recuerda que antes de cuncluir sus estudios como abogado, ya asistía a los profesores de Derecho de la UNPHU, por lo que estaba seguro que el de la docencia sería el único camino a seguir.

En estas páginas, Alejandro Moscoso Segarra recuerda que antes de cuncluir sus estudios como abogado, ya asistía a los profesores de Derecho de la UNPHU, por lo que estaba seguro que el de la docencia sería el único camino a seguir. Sin embargo, la vida le tenía reservado otros senderos, roles y retos que ha aceptado, como él mismo dice, con orgullo y humildad. En esta conversación el exfiscal del Distrito Nacional narra su experiencia como servidor público, tanto como Ministerio Público, como en su rol actual de juez de la Suprema Corte de Justicia, sin dejar de lado al ser humano, al que le invade una profunda tristeza cuando recuerda como una terrible enfermedad le arrebató a su padre y que no puede ocultar su alegría hablar del nacimiento de sus hijos y de la inmensa satisfacción que sintió el día que se recibió de abogado.

1. Niñez estable
Nací y me crié en Santo Domingo, en el ensanche Ozama. Mi niñez fue una niñez muy estable, porque me crié junto a mis padres, aunque antes de la muerte de mi padre, mi madre se fue a vivir a los Estados Unidos, por lo que lo hacen casi todos los dominicanos, que es buscar una mejor situación económica para su familia. Comencé la universidad un poco solo porque mi madre estaba fuera del país, pero en general mi niñez y mi adolescencia fueron muy felices y estables”.

2. Padres responsables
Mi padre, Rubén Moscoso Espinosa, era comerciante, se dedicaba más a la venta de equipos de refrigeración y mi madre, Noemí Segarra de los Santos, se dedicó a lo más importante que puede dedicarse un ser humano, que es educar y criar a sus hijos. A mi padre lo recuerdo como un hombre muy apegado a su familia, aunque no era muy expresivo y no mostraba tanto los afectos, pero era un hombre muy responsable, que nos dio muchos buenos ejemplos, un hombre en primera línea de conducta. Era una gran persona. Murió de cáncer a finales del año 1963. Mi madre sigue siendo una mujer amorosa y muy apegada a sus hijos. Ella nos inculcó el amor por el trabajo”.

3. Una terrible enfermedad
Mi mamá se había ido a los Estados Unidos porque su madre le había gestionado su residencia norteamericana. Cuando se marchó mi madre, no se había manifestado la enfermedad de mi padre. Posteriormente, ella regresó al país para cuidarlo, pero él falleció. Ella se había ido a trabajar, porque nosotros éramos de clase media baja. Me siento muy orgulloso, porque fui a la universidad con mucho sacrificio. Yo era uno de los que iba “reguindado” en una guagua de Onatrate”.

4. Tiempo para decir adiós
Con mi padre pasó algo muy especial, que a veces yo no me explico. El día antes de su muerte, él tuvo una mejoría significativa y a las cinco de la mañana me llamó para despedirse de mí y de mis hermanos. Nos llamó uno a uno y se fue despidiendo de nosotros. Él experimentó una gran mejoría pero manifestaba que ese día se iba a morir y efectivamente, a las cinco o seis de la tarde murió. Creo que tuvo una muerte tranquila, que le permitió despedirse de sus seres queridos. Lo extraño bastante. Pienso que tengo algunos rasgos de él. Mi padre era mulato y mi madre blanca, descendiente de españoles. Es cubana. Mi familia materna es cubana. Pero creo que me parezco más a mi padre”.

5. Dos únicas pelas
La primera fue porque fui a un cumpleaños en el barrio donde yo vivía sin nadie invitarme. Yo fui como un paracaídas y cuando llegué a la casa, mi papá me preguntó que quién me había invitado a ese cumpleaños y yo le dije que nadie, que yo había ido solo y entonces él me dio una tremenda pela. Eso me enseñó a no ir a ningún sitio a donde no me invitan, ni a donde no me llaman. La otra pela fue porque salí sin permiso y llegué un poco tarde”.

6. Abogadito a pie
Cuando me gradué, recuerdo el primer caso que tuve, fue en Moca solicitándole un hábeas corpus a un señor que le había dado muerte a otro en legítima defensa y era un chofer de guagua pública que viajaba de Moca al Distrito Nacional y la asociación de choferes solicitó un abogado y me contrataron a mí por vía de otra persona. Cuando yo voy, trasladándome en guagua pública porque no tenía vehículo. cuando el señor me ve, dice : “y este abogadito a pie fue que ustedes me buscaron”. Ya yo tenía como dos años ejerciendo la carrera, pero eso te marca, te estremece, pero yo asumí el rol y pude liberar al señor, pero cuando yo tenía la orden de libertad lo que me dieron deseos fue de romperla. Cuando le llevé la orden de libertad el individuo se arrodilla, me pide perdón, le ruega a Dios y hace una serie de cosas manifestando su vergüenza”.

7. El rol de padre
Mi primer hijo nació un 28 de abril. Mi esposa y yo estábamos terminando la universidad, para mí fue una gran alegría. La noticia me la dio mi madre. Mi esposa estaba en Moca, porque su familia es de allá y me trasladé de inmediato para allá. El nacimiento de cada uno de mis hijos fue un acontecimiento especial y de mucha alegría para mí. Son muy cariñosos y nosotros vivimos muy pendientes de su formación educativa. Criar hijos es para mí más difícil que ser abogado. Mi sueño principal es que mis hijos sean hombres de bien. Prefiero que sean hombres de bien a que sean intelectuales o profesionales, si pueden ser profesionales y hombres de bien, mucho mejor”.

8. Vida académica
Comencé a trabajar en la Universidad Pedro Henríquez Ureña a los 18 años, asistiendo a los profesores que daban clases. He tenido una intensa vida académica, cuando me gradué de abogado, ingresé a la UNPHU como profesor y asistente del decano de la carrera, Manuel Bergés Chupani y sigo en la academia, porque de dirigir el Departamento Cultural de la UNPHU pasé a APEC a dirigir el decanato de Derecho, posición que todavía ocupo. Siempre pensé que cuando me graduara de abogado me dedicaría de lleno a la academia, el destino es el que lleva a uno por otros caminos, a mí me llevó a ocupar posiciones públicas que no pensé que ocuparía y de las cuales no me arrepiento”.

9. Estudiante promedio
En la universidad recuerdo a profesores con los que hoy comparto y he compartido en posiciones públicas, como el doctor César Pina Toribio, la profesora Miriam Germán Brito y, como te dije el doctor Manuel Bergés Chupani, otros más. Fui un estudiante promedio, no excelente, aunque no reprobé materias, exceptuando en el Colegio Universitario que llevé las matemáticas a extraordinario”.

10. Ni narcos ni violadores
Nunca defendería a narcotraficantes, ni a violadores. Para mí el narcotráfico es ese tipo de criminalidad que impacta de manera muy negativa y lacerante a la sociedad. La violación igualmente impacta severamente a la persona ultrajada. Esto no significa que los derechos fundamentales que le asisten a todo ser humano, no le sean respetados y garantizados a los procesados por estos casos, es deber del juez velar porque a ningún ciudadano se le vulneren sus derechos”.

Los cargos son pasajeros

Ser juez de la Suprema Corte de Justicia es para mí un privilegio. Es un privilegio que uno tiene que honrar con sus actuaciones y con la administración de justicia. Nunca pensé que podía llegar a ocupar esa posición. No estaba en mi mente hasta el último momento en que decidí aspirar. Esta función la ejerzo con mucho orgullo, pero también con mucha humildad, que es lo que un hombre nunca debe perder, porque todo en la vida es pasajero, hasta lo más importante, que es la vida, ella misma es pasajera. Estas posiciones son pasajeras. Hoy soy juez de la Suprema, después no sé donde estaré en cinco o siete años, pero cualquier cosa que haga la haré con las mejores intenciones, porque de lo que estoy conciente es que todo en la vida es pasajero y que lo que uno nunca puede hacer es envanecerse, creerse que ocupa posiciones porque uno es uno, hay que tener en cuenta que Dios y las circunstancias fueron las que te dieron la oportunidad de ocupar esa posición, lo que tienes que hacer es honrar cualquier posición que ocupes, realizando  un trabajo serio y responsable frente de la sociedad.

Creencia
“Creo en un Dios real que se manifiesta en las acciones de la gente buena. Hay mucha gente que cree, pero su prédica dista mucho de lo que es Dios”.

Riesgos
“No es que en algún momento determinado uno no haya sufrido algunas preocupaciones ante alguna reacción que uno no supiera de donde podía venir”.

Conciencia
“Sé que el accionar del Ministerio Público puede afectar intereses espurios que de alguna manera pueden reaccionar y uno tiene que tomar las precauciones”.

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