“Yo soy una escritora en el otoño de la vida”

Ida Hernández Caamaño no cree que pueda decir que algo la llevó a escribir poesía, excepto una posible aptitud o vocación hacia esa forma de expresión literaria que sólo en la adolescencia pudo ir poco a poco identificando con una manera de…

Ida Hernández Caamaño no cree que pueda decir que algo la llevó a escribir poesía, excepto una posible aptitud o vocación hacia esa forma de expresión literaria que sólo en la adolescencia pudo ir poco a poco identificando con una manera de comunicar lo más íntimo de sí. En nuestra entrevista, nos cuenta que empezó a escribir a la temprana adolescencia, entre 15/16 años, pero como algo secreto, íntimo y privado que no quería que nadie viera ni conociera, porque la hacía sentir bien, liberarse de ciertas ideas, de emociones y sentimientos profundos, porque lo consideraba una forma perfecta de expresar con belleza todo lo que me recorría por dentro; era una catarsis sentimental.

Recuerda que al pasar el tiempo, y cree que la desaparición de sus padres, mis recuerdos de infancia en aquel pueblo fronterizo, atizaron el fuego de la nostalgia y revolvió todo un mundo oculto que poco a poco ha ido saliendo de sus entrañas.

¿Cómo definiría su poesía?
Es una forma de percibir la vida, una comunicación de mi ser interior con el mundo, con los demás, donde el lenguaje como vehículo de esta comunicación es de vital importancia. En cuanto al estilo, lo que busco, si es que busco algo, es decir, usando los recursos poéticos, analogías, símbolos, metáforas, todo lo que siento, pienso y creo sobre algo. En este decir, hasta el ritmo interior del poema es importante, pues con ello procuro ser percibida sin exabruptos… Mi poesía me define en el mundo, o al menos define una parte de mí que tal vez no muchos conocen ni perciben.

¿Cuál es el fin que desearía lograr con su poética?
El fin que se desea lograr es comunicar, expresar pensamientos, sentimientos, ideas, asumir una actitud beligerante en la vida, hacer catarsis de nuestras emociones e inquietudes, y que todo esto venga dado en un lenguaje que lo contenga; en un resultado digno, auténtico, verdadero. Y ojalá sirva para alguien. El fin poético es el poema mismo, es una huella, es la complicidad con el lector posible o real.

¿Cómo ha cambiado el lenguaje poético a lo largo de los años?
Creo que el lenguaje poético en sí mismo no ha cambiado, sino las formas de articular el lenguaje e incorporar novedades al poema. Están las formas clásicas, que incluyen los sonetos con estructuras determinadas, las de lenguaje coloquial, las de expresión libre, las barrocas, las impresionistas, la escritura automática, el surrealismo como expresión escrita; hay muchos artilugios pero también vulgaridades con presunción de originalidad y autenticidad.

El escritor ¿nace o se hace?
Creo que se nace con una aptitud hacia el arte cualquiera que sea, pero que hay que desarrollarla si uno logra advertir la vocación. Hay personas y hasta alguno que otro escritor cuasi analfabetos, es decir, con pocas lecturas, incultos se diría, pero que tienen una facilidad de construcción con el lenguaje, que pueden sorprender; pero para lograr tener un lugar como escritor verdaderamente hace falta un poco más que eso.

¿Qué opina de las nuevas formas de difusión de la palabra?
Si nos estamos refiriendo a las redes sociales de comunicación, a la difusión masificada de las personas, más que de la palabra, creo que no porque estas formas lleguen más rápido, supuestamente a más personas y estén más disponibles van a llegar en verdad más profundamente que antes a todo ese mar de gente que tienen acceso a esos medios. Le reconozco un mínimo de valoración, porque para los interesados de verdad en esos temas, hay una mayor y mejor disponibilidad de lo que se quiere buscar y conocer. Las nuevas formas no garantizan el logro de la palabra, de la comunicación de las ideas, de los sentimientos, de los pensamientos. No me identifico con ellos.

¿Cuál es la mejor forma de terminar un poema?
Se termina, cuando se termina. No creo que haya una mejor forma. Yo termino cuando siento que doy un cierre a mi pensamiento, aunque deje interrogantes. Tal vez soy más explícita de lo conveniente. Se termina cuando el que escribe se siente satisfecho con la manera en que resultó la factura del pensamiento.

¿Cómo ve el mundo el futuro de una escritora como usted?
Soy una escritora de tono menor, dedicada al oficio a tiempo parcial que vivo haciendo conciencia de mí misma y observando las coherencias con los asuntos básicos en los que creo. A veces siento el mundo actual un poco distante de mis propuestas, de mis referencias; pero me reconcilio cuando encuentro interlocutores para los actos existenciales que dan sentido de eternidad a la vida. El mundo para mí es cada vez más otro al de mi historia. Mis referentes, muchos amigos queridísimos han desaparecido; entonces uno está en la obligación de ir asumiendo cosas nuevas para no salirse del mundo, para no alienarse; el asunto es que esas cosas nuevas” en mi caso no pueden estar en contradicción con mis principios y valores elementales, básicos, esenciales.

¿Cuál es su opinión en cuanto a la industria editorial?
Muy avanzada, muy moderna, pero para publicar un libro por cuenta propia como normalmente puede suceder, hay que cambiar esta decisión por un viaje, por ejemplo, o haber ahorrado para ello. La dificultad reside en que el producto básico de una industria editorial, no tiene grandes consumidores. Hay poco interés en la lectura, no del libro físico, sino de ninguno, entonces, ¿por qué comprar algo que a la gente no le interesa? No es por falta de dinero, porque si un libro cuesta $400 o $500 pesos, eso equivale a 4 o 5 cervezas que cualquiera paga con total tranquilidad y sin pensarlo, por algo que dura poco en el organismo… Definitivamente, la literatura, en particular la poesía es el arte y cae en el placer de la inmensa minoría como decía Octavio Paz.

Resistencia
El libro de múltiples usos, beneficios y resultados dura para toda la vida, pero pocos lo saben o lo creen, y en verdad no interesa a la mayoría de las personas”.

Consideración
Uso al mínimo la tecnología moderna. Para mí es una bloqueadora de humanismo. Creo que ha desplazado al ser, en vez de ser sólo su soporte, su auxiliar humano”.

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