Lo que una especialista llama “puntos ciegos” son funcionamientos de nuestra personalidad que no vemos pero existen e inciden en la idea que los demás se forjan de nosotros. Sorpresas gratas e ingratas tendríamos, si pidiéramos a otros decirnos cómo nos ven; escucharíamos de atributos buenos o malos tal vez nunca sospechados.
¿De qué sirve conocer “puntos ciegos”? En ellos pueden esconderse las razones de relaciones personales fallidas; de comportamientos contrarios a nuestra felicidad. No es fácil reconocerlos, pero admitirlos objetivamente es la vía para lograr iluminarlos.
Como nación acusamos “puntos ciegos”, fallas que nuestra clase gobernante pretende ignorar y desde fuera desvelan. La negación es la peor respuesta contra las realidades que motivan constantes malas notas internacionales para el país.