Santiago. Los conflictos por disputa de propiedad de terrenos abundan en el distrito municipal de Hato del Yaque, debido a que la mayoría de barriadas fueron improvisadas por grupos de invasores de tierra. Uno de los casos perjudica a 30 familias damnificadas por un fuego, cuya tierra fue adquirida por la alcaldía de Santiago, en la comunidad Los Guandules, para albergarlos y repartirlas entre desplazados.
Sin embargo, de buenas a primeras han surgido presuntos propietarios. Y es que la tierra enfrenta una litis que podría echar a la calle a los que ya construyeron sus casuchas de madera y zinc.
Diez de los desplazados que ahora ocupan el terreno, y que hoy día integran el barrio La Bendición, fueron desalojados de la ribera de la cañada del Ensueño, debido a los trabajos de construcción del parque ecológico que levanta el cabildo.
Preocupación por invasores
El distrito municipal de Hato del Yaque está ubicado a menos de ocho kilómetros del casco urbano de Santiago.
La mayoría de sus barriadas fueron improvisadas cuando los moradores compraron tierra al mejor postor. Dino Rosario es uno de los que se ha visto afectados por la compra de terrenos.
Para construir su casa, entregó 85 mil pesos de cien mil que le había pedido Andrés Tavárez, el supuesto propietario. Ahora resulta que otra persona ha llegado a reclamarle que no puede construir debido a que los terrenos están en litis.
“Lo malo que yo veo, es que aparecen abogados, viene y te buscan papeles de propiedad diferentes a los que ya tenemos y luego no sabemos a que autoridad acudir”, apunta Rosario al hablar con reporteros de elCaribe. Jovanny de León, desplazados de Los Pepines instaló un pequeño colmadito, teme ahora que de materializarse las amenazas de desalojo queden en el aire.
Proliferan invasiones en terrenos privados
Esa misma situación se repite en comunidades de Cienfuegos, que en menos de cinco años han improvisado ya seis barrios, incluidos algunos a escaso metros del canal de riego. Desde ciudad de Dios, Los Solares, el Nazareno en apenas meses tiene cientos de casuchas habitadas por invasores, pese a que en varias ocasiones los propietarios reclaman la legalidad.
