Los barrios atentos a las inundaciones

Los moradores de los barrios capitaleños  usualmente inundados por los ríos Ozama e Isabela, todavía ayer no sacaban al sol sus trastos mojados y sucios de lodo, pero permanecían atentos al peligro de inundaciones debido a las lluvias.

Los moradores de los barrios capitaleños  usualmente inundados por los ríos Ozama e Isabela, todavía ayer no sacaban al sol sus trastos mojados y sucios de lodo, pero permanecían atentos al peligro de inundaciones debido a las lluvias.

“Ahora mismo todo está normal. El río no ha crecido. Pero estamos pendientes de lo que pueda pasar”, comentó Eridania Rosario, vicepresidenta de la junta de vecinos La Milagrosa del barrio La Barquita, un sector emblemático cuando se habla de inundaciones y miserias recrudecidas por los aguaceros.

La historia es siempre la misma para esas comunidades: nerviosismo, gente midiendo el nivel de las aguas con palos sembrados a orillas del Ozama; familias completas guarecidas en casas de amigos y parientes, y dirigentes comunitarios pidiendo solución definitiva a un problema que crece con el pasar de los días.

En La Barquita, en el municipio Santo Domingo Este, sus moradores definieron la situación como “normal”. Su optimismo era sorprendente. “Aunque nos abandonen, Dios siempre estará con nosotros”, comentaba Martha Lebrón, cobijada bajo una sombrilla negra. Ajenos a esta crítica simulada, desde tempranas horas de la mañana, 125 miembros de la unidad de rescate de la Defensa Civil estaban prestos para cualquier situación de emergencia.

El Cuerpo de Bomberos también tenía algunos hombres apostados a poca distancia del río Isabela y una ambulancia preparada para trasladar a quienes resulten afectados por las crecidas, deslizamientos o derrumbes de tierra. La Defensa Civil tenía también una ambulancia estacionada en la carretera que comunica a Los Minas y Sabana Perdida.

Para quienes viven en los barrancones de La Barquita, La Ciénaga, Los Gandules y La Lira, salir corriendo con niños y ancianos a cuesta, es ya cosa común en temporadas ciclónica. Es por eso que ayer, aunque las autoridades de socorro hablaban de que Emily se alejaba, los residentes de esos barrios fijaban su atención en el comportamiento de dos ríos otrora responsables de una y mil tragedias.

En el sector La Ciénaga, los hombres que acostumbran a pescar y cruzar gente hacia el otro lado del Ozama, ayer lo hacían con precaución y sin subestimar el poder de las aguas amarillentas que en ocasiones anteriores se ha tragado la vida de niños y adultos. Por una zona llamada Los Cocos, en ese mismo barrio, cuando se habla de ciclón son pocos los que pueden dormir tranquilos.

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