Los papeles perdidos de Warhol

Antes de dedicarse a serigrafiar latas de sopa, Andy Warhol fue un ilustrador infatigable. De día, se ganaba la vida dibujando para las revistas…

Antes de dedicarse a serigrafiar latas de sopa, Andy Warhol fue un ilustrador infatigable. De día, se ganaba la vida dibujando para las revistas de moda. De noche, perfeccionaba su trazo reproduciendo imágenes encontradas en periódicos y semanarios de papel cuché. Delineaba estudios anatómicos del torso masculino, retratos de damas de la alta sociedad estadounidense, rostros de niñas angelicales pero con sonrisa maléfica y grabados de cupidos durmientes como los del primer Barroco. La década de los cuarenta había llegado a su fin. El artista, con 21 años recién cumplidos, acababa de desembarcar en Nueva York con la humilde intención de convertirse en una estrella.

Ese Warhol del paleolítico contracultural, hasta ahora prácticamente desconocido, acaba de ser desenmascarado. Y todo gracias al descubrimiento de 300 dibujos firmados durante los cincuenta, que permanecían ocultos en cajones polvorientos de su fundación. Hace más de dos décadas, fueron erróneamente catalogados como material de archivo sin interés artístico o comercial. Una muestra inaugurada ayer en el Louisiana Museum, centro de arte moderno ubicado una hora al norte de Copenhague, repara el error exponiendo por primera vez una selección de dos centenares de esas ilustraciones, que fueron descubiertas en 2011 por el galerista alemán Daniel Blau. En octubre pasado, Blau ya había llevado un pequeño muestrario a la feria Frieze de Londres, donde expuso varias decenas de dibujos durante cuatro días. El enorme interés suscitado fue proporcional al asombro que genera descubrir que nadie les haya prestado atención hasta ahora. “Tras la muerte de Warhol, en 1987, los responsables de catalogar su herencia se encontraron con cientos de obras por clasificar. Comprensiblemente, su atención se centró en el periodo del pop art y su producción tardía. Hasta hace muy poco nadie se interesó por lo que había hecho durante sus años de juventud”, justifica Blau.

En sus dibujos, el artista opta por la reproducción en cadena de sus obras y mezcla alta y baja cultura, la superficialidad deliberada y el compromiso político. Exactamente igual que haría más tarde, al alternar un retrato de Marilyn Monroe con otro de Mao Zedong. Enfrentando a heroinómanos desesperados y niñas luciendo sus vestidos de domingo, Warhol contrapone el dogma de la felicidad impostada que emerge tras el cataclismo de la guerra y la contracultura que germina durante los cincuenta, mucho antes de que llegaran Valerie Solanas, The Velvet Underground y decenas de otros descastados que exigieron sus quince minutos de fama.

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