Mad Max: Fury Road

¡Extravagancia cinematográfica! Una sobredosis sensorial con acción construida en base a una narrativa clásica de persecución tal cual los rudimentos del cine. Atrapa desde inicios, primero por su fuerte energía con innovación en los detalles,&#823

¡Extravagancia cinematográfica! Una sobredosis sensorial con acción construida en base a una narrativa clásica de persecución tal cual los rudimentos del cine. Atrapa desde inicios, primero por su fuerte energía con innovación en los detalles, segundo porque se vale de entidades subyacentes en nuestro imaginario: vehículos de época (antiguos) como un personaje, maquillaje, caracterizaciones y tipos tradicionales del cine de aventuras de épicos de guerras medievales tan populares hoy con Guerra de Tronos; en suma, todo bien hilvanado como aquel filme de Indiana Jones. Por tanto, es una renovada experiencia cinematográfica basada en remakes de escenas de acción, populares reboots y relecturas narrativas tradicionales. A todo ese diseño narrativo se adiciona una espectacular edición al estilo videoclip matizado por una vital banda sonora y música adosada a las acrobacias coreografiadas que tanto gustan y que en el filme tienen correspondencia escena amoral tras escena donde los personajes tienen una conducta completamente amoral que muestra un contexto social metamorfoseado que no requiere de explicación ni referentes para las acciones de los personajes, es decir, que antropológicamente no hay definición, principalmente porque es una historia atemporal. El ritmo es trepidante gracias a la composición y plasticidad de los ángulos de las tomas en amplios encuadres en contrapunto con acercamientos que producen ansiedad.
¿Trama? Brilla por su ausencia. Y no es para menos, pues de tenerla mulliría el ritmo visual. Hay sí una justificación para mostrar esas magníficas secuencias de acción y es el tema agua, su escasez y la lucha por el dominio de fuentes acuíferas. Esto nos muestra una elección narrativa bastante temeraria, no obstante, quizás por suerte y la inteligencia y habilidad de quienes actuaron en la edición y musicalización, salió bien lo que podía haber fallado ya que pilló bastantes referentes y aparejó una simbiosis con recapitulaciones cinéticas simples y efectos digitales casi rudimentarios. Ubicar toda la acción en un desierto y dejar toda la acción alrededor de figuras deformadas en vehículos igualmente mostrados como Frankenstein sobre ruedas y meterle dos horas de explosiones sin tramas y subtramas específicas es insensato. Pero, por supuesto, está la mano de un maestro de ese tipo de cine que ya demostró lo que puede hacer casi sin dinero en su primero Mad Max que filmó con apenas cien mil dólares.

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