La tarde de ayer estuvo muy marcada por rumores que inquietaron a la ciudadanía, previo al discurso que en la noche dirigiría al país el ex presidente Hipólito Mejía. En buena medida, Mejía captó la atención de los dominicanos, toda vez que no había formalizado una reacción ante los resultados electorales que dieron el triunfo al candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Danilo Medina.
Afortunadamente, Mejía estuvo a la altura que le correspondía. Denunció violaciones y abusos en su contra durante la campaña para concluir en que compitió en condiciones muy desfavorables. Desde esa perspectiva, el ex presidente sostuvo que los resultados electorales fueron el producto de la manipulación y el abuso de poder y no la expresión de la voluntad libérrima del pueblo dominicano.
Su valoración del desempeño de su candidatura y del apoyo que recibió, más de dos millones de dominicanos, lo han llevado a asumir lo que define como su rol de líder de la oposición, en defensa del interés nacional y la preservación de la paz y la tranquilidad ciudadana.
Los planteamientos del candidato del PRD son comprensibles y se compadecen con la realidad que vive en un momento fundamental de su carrera política. Satisface que pese a todas sus quejas razonables, se sienta comprometido a trabajar para preservar la paz y la tranquilidad de la familia dominicana.
Asimismo, tranquiliza a la ciudadanía su llamado a la unidad de todos los dominicanos a trabajar juntos por el fortalecimiento del sistema democrático, por la aprobación de la ley de partidos y una nueva ley electoral.
Hay que convenir con Mejía en la necesidad de propiciar reformas que fortalezcan el imperio del sufragio y de un clima en que todos los actores participen en igualdad de condiciones y terminen los sobresaltos que cíclicamente amenazan los procesos electorales. Lo esencial en todo esto es que la República ha pasado otra prueba y prevalecen sus instituciones.
Con su discurso de anoche, el ex presidente Mejía contribuye a la paz dominicana.
