Mensaje del Papa Francisco y tres cartas más

INTRODUCCIÓNEn ocasión de la celebración de mis Bodas de Plata Episcopales, el Santo Padre Francisco, en un gesto de delicada atención, ha querido dirigirme, por medio de su representante, el Sr. Nuncio Apostólico,…

INTRODUCCIÓN

En ocasión de la celebración de mis Bodas de Plata Episcopales, el Santo Padre Francisco, en un gesto de delicada atención, ha querido dirigirme, por medio de su representante, el Sr. Nuncio Apostólico, Mons. Jude Thaddeus Okolo, un emotivo mensaje firmado de su puño y letra. Es para mí motivo de gran alegría el que el Papa haya querido hacerse presente en este singular momento de mi vida. Sus palabras resultan un estímulo para el ministerio que, aunque con limitaciones, precariedades, fallos –y usando una frase por él repetida en algunas ocasiones- “pecador pero no corrupto”, he tratado de ejercer con amor al servicio de la Iglesia, cual Esposa amada, durante estos 25 años. Agradezco profundamente al Sucesor de Pedro que, en la línea de la sucesión apostólica, pone de manifiesto la continuidad de aquella misión que me fuera confiada hace ya 25 años por el Beato Papa Juan Pablo II. El título del texto papal es el siguiente:  “Mensaje de S.  S. Francisco a Mons. Ramón Benito de la  Rosa y Carpio en ocasión  de sus Bodas de Plata Episcopales”.  Ese día recibí, por supuesto, otros muchos mensajes y cartas,  verbales o por escrito, más cortos o más largos.

También me parece  bueno compartir, como un hermano o un amigo, tres  de esas cartas recibidas por escrito, la del Card. López Rodríguez, de una laica y la de un laico.   Paso a entregar, en primer lugar,  el texto íntegro del referido Mensaje que recibí del Papa Francisco.

1. Mensaje del Papa Francisco
“Al venerable hermano Ramón Benito De La Rosa y Carpio, Arzobispo Metropolitano de Santiago de los Caballeros.

Al acercarse, Venerable Hermano, las bodas de plata de tu ordenación episcopal, queremos expresarte de buen grado con esta Carta el sentimiento fraterno, manifestarte Nuestros augurios y cantar contigo desde lo más profundo del corazón alabanzas a Dios por los abundantes dones con los que te ha querido enriquecer.

Dado que esta ocasión se ofrece, permítase recordar brevemente el historial de tu ministerio.

Siendo un adolescente, cuando advertiste que eras llamado para el sagrado servicio del Señor, acogiste sin demora la invitación divina. Después de completar exitosamente los estudios de Filosofía y de Teología en el Seminario Santo Tomás de Aquino, en la ciudad de Santo Domingo, recibiste gozoso la ordenación sacerdotal, el día 23 de enero de 1965, y ofreciste por primera vez el Sacrificio Eucarístico.

Igualmente, continuaste los estudios en excelentes centros católicos en Roma, París y Bogotá. Después realizaste una labor verdaderamente eficaz en parroquias y en el ámbito de la formación de los jóvenes; dirigiste el santuario de Nuestra Señora de la Altagracia, fuiste Rector del Seminario citado, Secretario de la Sección para la Catequesis en el Consejo Episcopal Latinoamericano. Además, desempeñaste la importante función de Vicario General de la Diócesis de Higüey.

Cuando Nuestro Predecesor el Beato Juan Pablo II, de venerada memoria, decidió enviar un nuevo auxiliar a la Arquidiócesis de Santo Domingo, te designó a ti, Venerable Hermano, y él mismo te consagró Obispo aquel memorable día de la Epifanía del Señor, hace 25 años, en la Basílica de San Pedro. Seis años después, con sabia decisión, te nombró confiadamente Obispo de la Diócesis de Nuestra Señora de la Altagracia en Higüey.

Finalmente, en el año 2003, fuiste enviado como Arzobispo Metropolitano a esta Sede de Santiago de los Caballeros, que hasta el presente gobiernas prudentemente. Gozas también de la gran estima de la Conferencia Episcopal de tu Nación, de la que fuiste elegido Presidente en 2002.

Hombre de elevada espiritualidad, has ejercido el ministerio episcopal muy activamente. Has dedicado un esfuerzo infatigable, sin interrupción a la edificación de tu comunidad. Mantienes estrechos vínculos con tus presbíteros, anuncias la sana doctrina evangélica con la palabra y los escritos, procuras que en el pueblo se fortalezca la fe, te interesas por el progreso humano y social de tu rebaño. Así, pues, en esta oportunidad tan grata que se Nos ofrece, te felicitamos efusivamente por tan variado y fecundo ministerio. Por esto, Nos asociamos en espíritu con todos tus familiares, amigos, presbíteros y fieles que te acompañan con la mayor alegría.

Te encomendamos en nuestras oraciones a la maternal tutela de la Inmaculada Virgen María, que veneras con filial devoción, y te deseamos siempre la abundancia de la gracia divina.

Confirmamos estos votos y augurios con Nuestra Bendición Apostólica, que te impartimos muy afectuosamente, la cual queremos que se extienda a todos aquellos que participarán de este venturoso jubileo de tu Episcopado y, al mismo tiempo, les pedimos a todos oraciones por Nuestro arduo ministerio Petrino.

Dado en El Vaticano, el 20 de diciembre del año 2013, primero de Nuestro Pontificado”.
Francisco

2. Carta del Cardenal López
Transcribo esta carta en toda la desnudez de su lenguaje fraterno y cercano, incluido mi  apodo, que recuerda los años de estudio y juventud y de ministerio episcopal compartido:

“Muy apreciado y carísimo Carapito: Permíteme el irrespeto al Arzobispo de Santiago tratándote como yo te conocí en el Seminario, guardando en mi corazón “Su Excelencia Reverendísima” que te corresponde pleno iure.  Ayer 6 de enero estuve recordando aquella emotiva ceremonia en la Basílica de San Pedro cuando el Beato Juan Pablo II te consagró Obispo junto con el querido Pepe y el buen amigo Cipriano Calderón. 25 años han pasado de aquel memorable día en que fuiste incorporado al Colegio de los Obispos. Muchas cosas pueden escribirse de tu fecundo Episcopado, pero debo recordar con especial gratitud y complacencia los años que serviste a esta Arquidiócesis como Obispo Auxiliar. Igualmente tus años en Higüey y finalmente en Santiago de los Caballeros. Lamenté mucho no poder acompañarte en una ocasión tan singular como ésta, pero he estado afectado por un proceso gripal desde hace varios días y los médicos me han dicho que espere recuperarme del todo.  En la Eucaristía te recordé junto con el querido Pepe a quien el Señor ha permitido que lleve una fuerte cruz y a Cipriano que como sabes, murió hace unos años después de una dolorosísima enfermedad. Bien, querido Carapito, te deseo todo lo mejor, larga vida, buena salud, éxitos pastorales y que gane el Licey a pesar de sus reiterados resbalones”.

3. Carta de María Armenteros
María es una laica, casada, madre y abuela, a quien conozco de los años de joven sacerdote.  Ella es cofundadora con el P. Emiliano Tardif  y el Diácono Evaristo  Guzmán de la Comunidad de Siervos de Cristo  Vivo.  He aquí su texto cargado de afecto: “Deseo por este medio unirme de todo corazón en la Acción de Gracias a Dios por la celebración de tus veinticinco años de Episcopado.

Todavía recuerdo aquel día, cuando lo vimos anunciado en el periódico tempranito en la mañana, y corrimos a celebrar con gozo en el Seminario Mayor en donde eras Rector, y para felicitarte por tan merecida elección.

Han pasado muchos años, y son incontables los frutos de tu episcopado, en los diferentes lugares en donde has sido llamado a pastorear, primero como Auxiliar en SD, luego como Titular en tu amada ciudad de Higüey y luego como Arzobispo de Santiago.  Gracias porque caminas entre nosotros con “olor a ovejas” y alma de padre, de hermano, de amigo.

Yo sé que en todo este tiempo has tenido un alma santa intercediendo por ti: la querida Mami Nena. En una celebración como esta, es justo recordarla y darle gracias por todo lo que aportó a tu vida de fe y de entrega a Dios, aportación que nos ha bendecido a todos. Yo personalmente…¡la recuerdo tantas veces!
Contigo, con tus familiares, y con todo el pueblo que te ama, me uno para dar gracias a Dios y pedirle que te siga llenando con toda clase de gracias y bendiciones para que sigas siendo ese Faro de Luz que nos ha iluminado a tantos”.

4. Cartas de Carlos Fondeur
Me escribió, gentilmente, dos cartas:  una familiar, junto a su esposa Alice y sus hijos; y otra como presidente del Consejo para el Desarrollo Estratégico de la Ciudad y Municipio de Santiago  Inc. (CDES).

He aquí sólo la segunda:

“En nombre del Consejo para el Desarrollo Estratégico Santiago (CDES) y en el mío propio, queremos expresarle formalmente nuestro mayor reconocimiento, admiración y congratulación al haber arribado a sus Bodas de Plata Episcopales siendo permanente ejemplo de entrega y dedicación en su labor apostólica.

Nos sentimos altamente  gratificados y beneficiados al ser protagonistas junto a usted en muchas de las actividades pastorales y profesionales que ha venido desarrollando como Arzobispo Metropolitano de la provincia eclesiástica de  Santiago, transmitiendo armonía y paz en su gestión.

En estos 25 años, su alianza con el Consejo para el Desarrollo Estratégico de Santiago ha inspirado gobernanza y gobernabilidad democrática a los proyectos estructurantes de la ciudad y municipio de Santiago, y damos gracias a Dios por esa bendición.

Reiterándole nuestras congratulaciones y sentimientos de estima y mayor consideración quedan de usted¨.

CONCLUSIÓN

CERTIFICO que las tres cartas arriba transcritas están citadas textualmente;  y que el texto original del Mensaje del Papa, siguiendo una práctica de la Iglesia, vino escrito en lengua latina. La traducción española que presentamos estuvo a cargo del Prof. Ricardo Miniño, especialista en Filología Clásica y docente de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. En cuanto al uso de las mayúsculas quiso respetarse el empleo que de éstas hace el texto original.
 
DOY FE en Santiago de los Caballeros, a los nueve  (09)  días del mes de diciembre del año del Señor  dos mil trece (2013).

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