Monseñor Ozoria

Monseñor Ozoria ha sido descrito por quienes le conocen como una persona “muy discreta, humana, sincera, humilde…”. Debemos, pues, dar la bienvenida a este pastor que emprende un nuevo camino apoyado en el “ inmenso amor y … desbordante…

Monseñor Ozoria ha sido descrito por quienes le conocen como una persona “muy discreta, humana, sincera, humilde…”. Debemos, pues, dar la bienvenida a este pastor que emprende un nuevo camino apoyado en el “ inmenso amor y … desbordante misericordia” de Dios.

Y es que la sociedad dominicana necesita apremiantemente de una referencia moral, pues nuestro indudable progreso material ha estado acompañado de un palpable deterioro moral, impulsado por un anti valor, “que sostiene que somos más felices, si nos enriquecemos sea como sea”, como ha dicho Pepe Mujica.

Así mismo, nuestro progreso material no ha logrado mitigar una creciente desigualdad social, fundamentada en la pobreza y marginación de muchos dominicanos. Ante esa realidad monseñor Ozoria ha afirmado: “Evangelizar significa anunciar la justicia y los derechos. Evangelizar es decirle a quien propicia la desigualdad que lo que hace, a Dios le desagrada y ofende”.

La justicia social consiste en dividir equitativamente los panes y los peces, en una sociedad. Más importante es comprender que la manera de producir esos panes y esos peces determina, en cierta medida, la distribución de los mismos.
Una economía basada en una mano de obra paupérrima, de bajos salarios y baja productividad, producirá riqueza para una minoría y estancamiento de su condición de vida, o lo que es peor, marginalidad para la mayoría.
Desafortunadamente, nuestra creciente desigualdad actual está asociada a una inmigración desbordada de pobres.

Más grave resulta la falta de solidaridad social, pues, quienes otorgan trabajo a emigrantes pobres no los motiva el altruismo, más bien el deseo de pagar menos. Y tampoco los motiva simpatía alguna por sus conciudadanos pobres, pues le niegan la posibilidad de un trabajo y un salario digno. Cabe señalar el 35% de desempleo entre nuestros jóvenes.

Entonces, ¿como resolvemos este problema social entre pobres dominicanos y pobres haitianos? Somos partidarios de que el Gobierno dominicano destine US$50 millones al año, para apoyar una zona especial de desarrollo de exportaciones en Haití, bajo supervisión internacional. De esta manera se crean empleos y riqueza en Haití, y en el corto plazo, se le quita presión a los salarios y empleos dominicanos. Dicho esfuerzo tiene que ir acompañado de un control de las fronteras, que impida la entrada de más inmigrantes.

Pero más importante que todas estas discusiones técnicas, es la figura y los principios del nuevo monseñor. Pues problemas siempre habrá, al igual que posibles soluciones, por difíciles que sean. Monseñor Ozoria nos invita a buscar soluciones humanas y justas, inspiradas en el respeto por los demás. Esta es la mayor contribución que se puede hacer para construir una mejor sociedad. Bienvenido sea Ud., monseñor Ozoria, cuyas sandalias pocos dominicanos podemos calzar.

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