En la lucha por el poder, algunos políticos pelean con medio mundo, y tantas batallas al mismo tiempo les complica la estrategia, que es sentarse en la silla de alfileres. Uno de esos políticos, que cree que por grande tiene toda la razón, tanta como para repartir normas y éticas convenientes, también ofende mediante la vieja práctica de atribuir sus debilidades a terceros, como a “la prensa de ejercicio ligero y complaciente”.
En vez de distraerse en pequeñeces y en lanzar amenazas veladas con un mañana incierto, que se dedique a trabajar y deje de perseguir contrarios donde no hay. Kalil Michel es regidor y se pasó a los contrarios. Es un hecho noticioso. Y nadie es dueño de la vara medidora para dictar cómo y de qué tamaño se publica.
