La Navidad, “pal criollo”

La Navidad es tiempo de “asigún” se vea. Para el comerciante es tiempo de cosecha aprovechando, la euforia de compras del dominicano en tiempos “pacueros”. El criollo sabe de antemano qué va a gastar: todo cuanto reci

La Navidad es tiempo de “asigún” se vea. Para el comerciante es tiempo de cosecha aprovechando, la euforia de compras del dominicano en tiempos “pacueros”. El criollo sabe de antemano qué va a gastar: todo cuanto reciba y un “chin má”, haciendo de enero el mes de las resacas económicas. Para el cristiano creyente, es período de eterno renacer del Cristo vivo, en su fecha de nacimiento según la tradición. Los científicos en sus afanes de certeza,  determinan que su natalicio ocurrió a fines de agosto del año 7 de nuestra era, llevándose de la conjunción de planetas que definieron la estrella de Belén. La fecha cierta y el lugar, poco importan ante la magnitud de lo trascendental y de las enormes influencias tras la llegada del anunciado Mesías Bíblico.

Para el empleado es período del sueldo 13, de bonificaciones y de planes para gastarlos, yendo a parar a las arcas del comerciante que se queda con lo material pero no con las satisfacciones personales. Es momento para retornar al hogar de padres y de renovar cariños y afectos familiares. Es estación para que regrese “Juanita” cargada de regalos y llena de alegrías, aunque el año pasado dijo que no volvía. Es agosto de transportistas que “ademá” del servicio de llevar personas y paquetes, procuran su “doble” aumentando, a manera de extorsión, el precio del pasaje: “o lo paga  o no te monta”.

Es tiempo de inundar la Duarte con un mar humano que afanado con el regateo, la búsqueda “de lo trapito, de lo zapato o de alguna chuchería”, descuidan carteras y monederos para que los delincuentes con manos de seda, también hagan lo suyo. Carteristas, atracadores, engañadores y sinvergüenzas salen a la calle a procurar “lo mío”.

Tiempos de alegrías para niños en vacaciones que esperan a “santicló o al niño Jesú”, cuando la economía familiar lo permite. Temporada de “funda o cajeta” según el partido o el gobierno, pero en fin, elementos propios para la celebración de las alegrías navideñas. Es tiempo de luces multicolores, de árboles de Navidad de infinitas formas de adornos y regalos y de reiteración de cariños.

Es espacio de reflexión personal y de propósitos sociales de reducir la exclusión y potenciar oportunidades, en consonancia con el desarrollo y el progreso en cifras. Para el político es tiempo de sugerir tregua, aunque su actividad continúe, a la vez de hacerse presente “pa que lo vean” aunque se pasó años sin ir al barrio. Es momento de estar en “beba”: “ponche, aní confite, caballo blanco, romo, wiki”; puerco en puya, ensalada rusa, arroz floreado, telera, lerenes, pandefruta y el desaparecido manicongo con “pastele’n hoja” y la música, con ritmo, con sabor, con alegrías ruidosas y esperanzas.

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