Nuestros grandes líderes (1)

Muchos de los próceres que celebramos cometieron errores que nos entregaron incertidumbre y sufrimientos, en vez de justicia social, soberanía o el libre albedrío buscados, como secuela de percepciones de rol que no se correspondieron con sus propios&#

Muchos de los próceres que celebramos cometieron errores que nos entregaron incertidumbre y sufrimientos, en vez de justicia social, soberanía o el libre albedrío buscados, como secuela de percepciones de rol que no se correspondieron con sus propios conceptos de patria e independencia.

En vez de percibirlos con estatura deica o inmaculada, como siempre hemos hecho, nuestros proclamados héroes deberían pasar un tamiz colegial conformado por intelectuales que con la objetividad de la ciencia y sin la interferencia de las emociones, la ideología, el amor, el odio, o la religión, los defina poseedores de grandeza histórica, y se conforme con ellos, sobre ellos, y sobre nuestra historia, un sistema educativo que contenga certidumbres del real acontecer de la historia, y no interpretaciones acomodadas por opiniones  tintadas de las emociones prevalentes entre relatores o evaluadores de épocas.

Así definidas y exaltadas, confío, que pudieren aflorar hasta la conciencia nacional meritorios protagonistas de nuestro quehacer histórico en favor de la patria, nuestras artes y ciencias, y permanecer como tales a través de los años, especialmente si la proclamación siguiera el trayecto normal de  decisión legislativa, para que solo pudiere alterarla una decisión judicial.

Inicio con Toussaint Louverture, el primer libertador, General de las Milicias nombrado por el Gobernador, Capitán General y Presidente de la Real Audiencia de Santo Domingo, Joaquín García, con el fin de subvertir el orden de la colonia francesa, para cuyo efecto había nombrado ya también como generales de la Milicia a otros subversivos, Jean François y Georges Biassou, quienes, como Toussaint, juraron lealtad al Rey de España, bajo las órdenes directas del Gobernador García para causar una rebelión de esclavos en Saint Domingue.

Joaquín García se metió en camisa de once varas.  Triunfó su apuesta, pues ganó la guerra su auspiciado general, el negro que había sido esclavo Toussaint.  Pero también la perdió dos veces.  Primero cuando su alquilado cambió de bando y derrotó militarmente primero a las fuerzas de España en las plazas noroccidentales, realmente ganadas por las milicias negras en favor de España.  Segundo con la derrota de España en Europa, que por la Paz de Basilea entregó el Este de la Isla a Francia, recurso que aprovechó Toussaint para ocupar la isla en nombre de Francia mientras García controlaba tal espacio como sede de su gobierno.

Fue guerra de monarquistas, republicanos, supremacistas españoles,  imperialistas ingleses, negros esclavos, mulatos, libertos y cimarrones en Saint Domingue y Santo Domingo, todos con consignas de exterminio, que produjeron la más atroz guerra equivocada, unos por una emancipación nunca lograda. Los demás para devolver a las monarquías o a la república la vergüenza perdida en combate.

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