En días recientes se publicó en los medios una carta, escrita por la secretaria y miembro del bufete directivo de la Cámara de Cuentas (CCRD), Tomasina Tolentino de Mckenzie, denunciando que el presidente Janel Andrés Ramírez estaría tomando decisiones arbitrarias en el organismo, además de desconocer las funciones y opiniones de los demás componentes del órgano auditor.
Llama la atención que una funcionaria de tal rango y jerarquía exponga la actuación “unilateral” e “inconsulta” del presidente de una institución tan relevante, encargada de realizar las auditorias y presentar los informes que sustentan las investigaciones del Ministerio Público en la administración de responsabilidad penal.
Es en este punto en el que se abre la grieta a posibles dudas y cuestionamientos; ya que, de ser cierto lo que se expone en la carta, podemos preguntarnos qué tan confiables son los informes que devienen de un órgano en el que la toma de decisiones y las instrucciones se ejecutan de manera “arbitraria”.
Un órgano como la Cámara de Cuentas, encargado de sustentar las evidencias en casos de interés público nacional, no puede proceder de manera subjetiva. Al contrario, es su compromiso acoger los preceptos de independencia, compromiso, integridad y excelencia en cada una de sus auditorías, informes, investigaciones especiales y decisiones en general.
No sólo está en juego el orden interno de la institución, sino también la credibilidad en todas las investigaciones que recaen sobre la gestión de los recursos del Estado y que deben agregar valor a la administración pública, fomentando la transparencia y rendición de cuentas en beneficio de los ciudadanos.
Esperemos que dicho contratiempo pueda solucionarse a tiempo, sin causar heridas en nuestra sociedad que malogren la confianza de nuestros ciudadanos hacia la institucionalidad y la justicia que tanto trabajo nos ha costado construir.
Recordemos que en este tipo de batallas, la víctima final es nuestra democracia.
Dioni Reyes
