Una mirada a los acontecimientos vividos por la sociedad dominicana en las últimas dos décadas permite comprobar que cuando los sectores determinantes de la vida nacional se han puesto de acuerdo, ha sido posible alcanzar grandes logros y transformaciones para el país.
Hay ocasiones en que las pasiones y diferencias políticas, ligadas con las limitaciones propias del país por las múltiples áreas en que estamos, todavía, muy atrasados, no permiten ver los avances que ha alcanzado la República Dominicana en los últimos 15 años.
Las reformas aplicadas por los últimos gobiernos, tanto del actual en tres períodos casi completos, como del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) han hecho posible que el aparato judicial y electoral lograran transformaciones y avances institucionales importantes. Lo mismo se puede decir del sistema de seguridad social, de las reformas en materia fiscal y monetaria, así como en el funcionamiento de la burocracia estatal para diversos servicios como los de cedulación, pasaportes, licencias de conducir, pago de impuestos, acceso a la información y transparencia.
Es cierto, todavía el país mantiene malas notas en diversas áreas esenciales como la educación, donde los niveles de avances son sumamente limitados, el problema energético que representa una enorme pérdida, tanto económica como social y emocional, y los elevados niveles de inseguridad sumados a la percepción o realidad de mucha corrupción gubernamental.
Todos esos son retos que deben ser por lo menos mejorados en los años por venir, lo cual le tocará en gran medida al nuevo gobierno que ha de asumir en agosto de 2012.
Sin embargo, no hay dudas de que la República Dominicana se ha fortalecido en materia institucional y de que, a pesar de las indelicadezas y acciones indebidas que todavía prevalecen, los dominicanos y las dominicanas tenemos motivos para seguir confiando en el futuro de una nación que ofrece un gran potencial de desarrollo.
