La obesidad infantil debe ser abordada como un tema de salud publica, ya que sus consecuencias futuras a corto mediano y largo plazo son devastadoras. El incremento de casos de diabetes en la infancia es solo la punta del iceberg de lo que sucederá con ellos si no se interviene a tiempo.
Definitivamente, el niño gordo revela un trastorno en la alimentación en la cual solo la intervención directa de los padres puede cambiar el curso de la historia que les espera al crecer.
Las bebidas gaseosas y carbonatadas son uno de los protagonistas más activos de esta realidad. La carga de azúcares refinados alimentan los depósitos de grasa en el cuerpo humano.
Asimismo, la ingesta de comidas chatarras, muy populares de la infancia como las hamburguesas y las pizzas, conllevan sobrecarga de grasas y carbohidratos, los cuales, en exceso, conducen a la obesidad.
Los estilos de vida actuales, el Internet y los videojuegos, promueven el sedentarismo y a la vez compiten con la actividad física y deportiva. Los niños no quieren salir a jugar ni a realizar deportes, ya que la pantalla se ha adueñado de su atención.
Si de verdad le preocupa si su hijo está en sobrepeso, reaccione y corte de raíz con estos hábitos, ya que es su responsabilidad y de nadie más que la salud del hijo hoy le conviertan en un enfermo en el mañana.
