La oferta gastronómica de Carne & Co, establecimiento que combina en un mismo espacio carnicería, tienda gourmet y restaurante de inspiración francesa, se amplía con la puesta en marcha de la «Semana del pollo Orgánico», del 22 al 29 del mes en curso.

Se trata de una exquisita selección de platillos, disponibles solamente en horario de almuerzo, donde el pollo «free-range», criado en sus fincas propias de El Seibo, será protagonista de sabrosas y nutritivas recetas. Al mismo tiempo, los clientes podrán comprar pollo crudo para llevar a sus hogares, a precios especiales.

El menú de esta propuesta, que se desarrollará en su local ubicado en el ensanche Piantini, incluye: «Pollo al horno, ensalada de quinoa con frutos secos» (lunes), “Pollo a la Basquaise, con flan de zucchini» (martes), «Coq au Vin, con polenta cremosa» (miércoles), «Tagine de pollo, con couscous con vegetales» (jueves), «Pollo en Salsa Blanca, acompañado de arroz con almedras y puerro» (viernes) y «Poulet Chasseur, con puré de batatas» (sábado).

Todos estos platos, tienen un precio único de RD$595, impuestos incluidos. Los mismos se caracterizan por su sabor casero y el toque francés que identifican a este local.

El pollo orgánico o «Free-range» es una categoría de pollo natural y saludable que está totalmente libre de hormonas, antibióticos y sustancias nocivas y ofrece beneficios para la salud del consumidor, debido al alto contenido de vitaminas, minerales y proteínas. Se cría en espacios exteriores, con acceso a la luz solar y al aire fresco, lo que le permite realizar sus conductas de manera libre.

El pollo, un plato de la economía popular, de los consumidores de más bajos ingresos, que salta a la mesa de la clase media y de los ricos cuando los triglicéridos y el colesterol se han disparado, y obligan a someterse a dietas sanas. Ese pollo, el de las patas, cocote, alitas y costillar, que también tiene el privilegio de cargar con una pechuga, ahora está compitiendo, en todas sus partes, con las reses, los chivos, corderos, cerdos y demás especímenes de la dieta insana. Y si continúa como va, probablemente se ponga a la par del más costoso pescado.

Pero es que el pollo, producido con mayor celeridad que todas las otras especies, que no pueden ser incubadas en unos días, que deben permanecer en los vientres hasta nueve meses, en algunos casos, como las reses, por más que suban el maíz, la soya, las sales minerales y demás insumos, no puede cotizarse a los precios que estamos viendo.

Que haya alta demanda por causas muy variadas y por un creciente mercado de consumidores dominicanos y haitianos, en forma alguna puede permitirse que un producto de esencia popular, se dispare a precios inalcanzables.

Algo anda mal, y si bien no promovemos los controles que no guardan relación con una economía abierta, al menos el Estado debe contribuir a establecer reglas más claras vinculadas a la producción y a la comercialización.

Todo el mundo sabe muy bien que la protesta de ayer no va a decretar una reducción de precios, pero tiene mucho valor. Los productores se han dado cuenta que los consumidores están ya en capacidad de reaccionar. Y eso les afecta el negocio y especialmente la imagen. Las pérdidas podrían venir después.

Los productores suelen culpar de las alzas a los distribuidores, pero el martes sin pollo demostró que también estos últimos son víctimas de las fluctuaciones incomprensibles. Si la jornada espiritualmente resultó exitosa, fue porque muchos polleros o detallistas decidieron no comprar. Ellos padecen las quejas del público y requieren más efectivo para operar.

En fin, gobierno y productores deben revisar este juego con el pollo.