Prevención y planificación ante los desastres naturales

La planificación es un proceso de toma de decisiones para alcanzar un futuro deseado, teniendo en cuenta la situación actual y los factores internos y externos que pueden influir en el logro de los objetivos (Wikipedia).En otras palabras,…

La planificación es un proceso de toma de decisiones para alcanzar un futuro deseado, teniendo en cuenta la situación actual y los factores internos y externos que pueden influir en el logro de los objetivos (Wikipedia).

En otras palabras, planificar es prever lo que va a pasar en el futuro en base a las realidades pasadas, presentes y futuras, trazando planes concretos que luego serán ejecutados.

Planificar también es un procedimiento que consiste en ejecutar planes de forma directa, los cuales serán realizados y supervisados en función de la proyección.

En el país tenemos una temporada ciclónica que se inicia el 1ro. de junio y termina el 30 de noviembre, según la definición de la Organización Meteorológica Mundial. Es conocido por todos que en esta época tenemos muchas precipitaciones, ya sea por huracanes, tormentas , vaguadas, entonces deberíamos prepararnos para tales acontecimientos y hacer un verdadero Plan Estratégico de políticas públicas, tendente a un verdadero manejo de canalización de ríos y arroyos, así como limpieza de cañadas y canales de riego, para evitar lo que estamos padeciendo en estos momentos los dominicanos, básicamente los de los estratos más bajo de la población, por falta de planificación ante los efectos de los desastres naturales.

El caso más alarmante, víctima de estos fenómenos meteorológicos, ha sido la provincia de Puerto Plata, una zona altamente turística, que debemos proteger, y donde las inundaciones han hecho considerables daños, con rotura de puentes, carreteras, destrucción de viviendas por múltiples deslizamientos de tierra, pérdidas en la agropecuaria y hasta la pista de aterrizaje y la planta física del Aeropuerto Internacional Gral. Gregorio Luperón fueron anegadas por causas de las precipitaciones.

En Puerto Plata existen catorce ríos, y ninguno de ellos ha tenido un manejo de cuenca, ni ha sido canalizado por décadas, y ahí están los resultados.

Hay que insistir en que se lleve a cabo un gran programa gubernamental de canalización y encauzamientos de ríos, que vaya acompañado de una acción de protección y siembra de árboles, para evitar de una vez y por todas la deforestación, primordial causante de los graves problemas de la degradación de los suelos.

En nuestro país el desarrollo se estanca debido al uso abusivo de las aguas y los suelos, cometido por personas desaprensivas que practican el corte indiscriminado de árboles, ante la mirada indiferente de todos los actores que vivimos en esta media isla, donde cada día se ve afectado el equilibrio hidrológico, por lo que ya muchas regiones tienen características ecológicas de zonas desertificadas. Estas talas y quema de árboles ha traído como consecuencia el deterioro progresivo, la erosión y la variación de las composiciones físicas y químicas de los suelos, trayendo la disminución de su rendimiento y la producción de sedimentos minerales que son arrastrados desde el punto más alto de la cuenca hasta los ríos, arroyos y presas. No actuar a tiempo en la canalización de los ríos produce indefectiblemente estas pérdidas que hemos tenido en estos días por el desbordamiento desordenado de los ríos dominicanos.

La degradación de las cuencas de los ríos trae consigo sedimentaciones que se acumulan en los lechos de los cauces, limitando las secciones hidráulicas que producen alteraciones negativas en el trayecto de los ríos erosionando masivamente las riberas y por consiguiente vastas inundaciones en época de grandes cantidades de precipitaciones, pues por la falta de canalización las secciones hidráulicas de los ríos disminuyen sus áreas provocando sedimentaciones excesivas, que ante la presencia de descargas extraordinarias, ponen en riesgo las vidas de humanos, de animales, y merma a la economía de los pueblos.

Es oportuno que el Estado emprenda de manera eficiente y real un gran programa de reforestación con siembra de árboles maderables y frutales, así como también arbustos y plantas ornamentales como las bromelias, ya que lo importante es tener una extensa cobertura boscosa, en virtud de que la misma juega un papel de primera línea en la conservación y protección del equilibrio hidrológico, ya que los suelos evolucionan de tal forma que reducen los efectos de degradación y erosión que son producidos por elementos a la intemperie como son el viento y el agua. Lo que es posible debido a la acción de cohesión de las raíces, y a la formación de un sistema particular de sombra que cubre el suelo contra la acción intensa del sol y sobre todo a la protección del suelo cuando se ponen en contacto directo con su superficie.

“Un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) a nivel global, nacional y regional, ha comprobado que la atención al cambio climático debe centrarse en los esfuerzos de reducción de la pobreza y sostenibilidad del desarrollo, ya que los impactos del cambio climático, tales como grandes sequías o abundantes lluvias, amenazan con socavar décadas de progreso en materia de desarrollo que pone en riesgo los esfuerzos por erradicar la pobreza”. De ahí la urgencia del Acuerdo de París sobre el cambio climático, que deberá entrar en el año 2020 y que a principio de noviembre de este año 2016 entró en vigencia, lo que significa cuatro años antes de la fecha estimada por los países miembros de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC). Este hecho demuestra el conocimiento y la conciencia que se tiene de la gravedad del fenómeno y su indisoluble vinculación con la sostenibilidad de la vida en el planeta.

Es necesario prepararnos para mitigar los efectos del cambio climático, ya que los mismos alteran los patrones de las lluvias, provocando alteraciones en el cauce de los ríos que conducen a grandes inundaciones, por causa del incremento de la temperatura, y por el otro lado también este cambio climático induce a largos periodos de sequías, lo que reafirma la urgente prioridad de planificarnos para enfrentarlo.

En nuestro país existen más de mil ríos con descarga permanente y hay otra gran cantidad de ríos que solo descargan en épocas de grandes lluvias, producidas por huracanes o por tormentas, son los llamados ríos de descargas temporales. De no controlarse la sedimentación de los cauces estaremos expuestos permanentemente a grandes inundaciones, con la afectación a la población, la agropecuaria y a las infraestructuras viales e hidráulicas, así como a los importantes servicios de hospitales, escuelas, cuarteles de bomberos y destacamentos militares y policiales.

Para la Agencia de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y para numerosos organismos y expertos, la cosa está clara: Si el mundo se ha comprometido a erradicar el hambre y la pobreza para el 2030, y además tiene que mitigar los efectos del cambio climático, la forma de producir alimentos tiene que cambiar. Para que la agricultura pueda garantizar la seguridad alimentaria y la salida de la pobreza de millones de personas, tiene que adaptarse a la nueva realidad climática. Y al mismo tiempo dejar de contribuir al calentamiento.

Las consecuencias de no transformar los sistemas agrícolas y de producción de alimentos para responder y mitigar el cambio climático dejarán un mundo más pobre y hambriento, según la FAO. l

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