Lo que nunca hizo

El presidente Leonel Fernández, fiel creyente de que lo importante no es cómo se empieza, sino cómo se termina y propiciador del…

El presidente Leonel Fernández, fiel creyente de que lo importante no es cómo se empieza, sino cómo se termina y propiciador del “Hasta pronto Sr. Presidente” que hoy cantan en coro muchos de sus borregos, está haciendo en unos días lo que en tantos años no hizo, impulsando un marco legal que, entre otras cosas, busca asegurar que el nuevo gobierno sea austero aunque el suyo nunca lo fue (porque la austeridad siempre es buena, pero para que la aplique otro).

El saliente primer mandatario ha promovido, de manera indirecta en algunos casos pero a través de funcionarios que son sus conocidos satélites, leyes para reducir el excesivo gasto corriente como la ley para regular los salarios del sector público, leyes para controlar la hipertrofia estatal como la ley para limitar a seis el número máximo de viceministros, entre otras cosas que por tanto tiempo la sociedad reclamaba, pero hasta ahora siempre había sido ignorada.

No exigió respeto a la cosa pública en estos 12 años, no le interesó el cumplimiento de la vigente Ley de Carrera Administrativa, tampoco le importó la impresionante cantidad de “botellas”, de vicecónsules y de cargos innecesarios que fueron creados en su gestión.

La corrupción era un problema de “percepción”, la educación nunca fue prioridad, el apoyo al deporte fue casi un chiste, la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) era como si no existiese, el auge de la delincuencia se detenía en la puerta de su casa y entre tantas y tantas cosas no vio más allá del Nueva York chiquito que se imaginaba desde su helicóptero.

Sin embargo, hoy se nota un repentino afán en mostrar “buenas intenciones”, en inaugurar obras prioritarias en pueblos que habían sido olvidados y por supuesto, en tratar de atar las manos de un Presidente nuevo que nunca ha gobernado, que es mejor estratega, que no tiene que ser “políticamente correcto” por no estar tentado por la posibilidad de una reelección y que para muchos es además mejor persona.

El interés y la celeridad en todo esto obviamente no son del que llega, sino del que ya pronto se va. Y aunque lo hace en un momento que para el ciudadano común la lógica indica que es inadecuado e inoportuno, es perfectamente coherente con los conocidos planes de Fernández de retornar a la Presidencia de la República en el 2016.

Ya dependerá del nuevo presidente Danilo Medina corregir lo que está mal y hacer algo que nunca se hizo: dirigir sin compromisos su propia orquesta y no dejarse manejar.

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