Sagas del cine dominicano, una mirada crítica

Uno de los caminos discursivos del cine dominicano se asienta en las llamadas sagas: series de películas que llevan como común denominador los mismos personajes, pero con cierta independencia argumental.

Uno de los caminos discursivos del cine dominicano se asienta en las llamadas sagas: series de películas que llevan como común denominador los mismos personajes, pero con cierta independencia argumental. En la gran industria es una pieza fundamental del cine comercial, principalmente porque reduce riesgos de mercado (inseguridad sobre su éxito o fracaso taquillero). Es el caso de Jason Bourne, Toy Story, Indiana Jones, Jurassic Park, The Hobbit, Misión Imposible, Veloces & Furiosos, Hombre de Hierro, La Era del Hiello, X-Men, Crepúsculo, Shrek, Batman, Piratas del Caribe, Transformers, Hombre-Araña, Star Wars, James Bond, J.R.R. Tolkien (El Señor de los Anillos y El Hobbit), Universo Cinematográfico Marvel, El Exterminador del futuro, Harry Potter, Alien, James Bond, The Godfather, Batman, Supermán, como ejemplos paradigmáticos del cine comercial de mayor éxito taquillero.

Algunas películas resultan ser continuación de una anterior, y en algunas temas muy especiales, como The Godfather, la historia de una familia dedicada al crimen organizado. En el caso de James Bond, es un tipo de saga sobre espionaje internacional repetitiva, en tramas con sangre y sexo que apenas varía con nuevos malos en cada entrega, y más o menos ocurre lo mismo con Indiana Jones.

Hollywood descubrió con el filme La Marca del Zorro (1920), seguida de El Hijo del Zorro (1925), esa estrategia inequívoca: un actor protagonista con el mismo personaje en películas con temática similar.

Un aspecto básico que contribuye a su seguridad comercial es la de contar con estrellas del cine, directores renovadores y regularmente abultados presupuestos que les permiten innovar en tecnología y nuevas formas audiovisuales.

En el cine dominicano también ha significado de gran acierto el uso de elementos análogos en la creación de sagas, siempre atendiendo al primer éxito y factores revelados casi por casualidad: actores y actrices que gustan al gran público (en este caso es obvio el éxito asegurado con estrellas del humor televisivo): tales como Cheddy García, Fausto Mata, Raymond Pozo y Miguel Céspedes. Entre estos, vale resaltar al actor Fausto Mata, quien ya está en el camino de ser “Fausto Mata en…”, es decir, que comparativamente es ya una estrella que la gente no ve con más nombre que el de él precisamente por la gran cantidad de personajes protagónicos; posiblemente, el que más cine ha hecho: unos 20 filmes, entre éstos protagonizando la saga Sanky Panky.

Aunque en el cine comercial mundial el uso de estrellas agrega poca rentabilidad a una película, en el caso de las sagas dominicanas sí agrega rentabilidad segura, sin grandes riesgos de quiebra. Implica que esas producciones tengan un presupuesto mayor para pagar a esas estrellas y, asimismo, envuelve mayores costos de producción. Como nota a analizar, es muy posible que estas estrellas del cine dominicano generen más del 50% de la taquilla en las películas que participan.

A diferencia de grandes sagas del cine mundial, que casi siempre tienen directores diferentes para cada película, en RD siempre han sido los mismos directores. Por ejemplo, es el caso de Ángel Muñiz con Nueva Yol (Nueba Yol: Por fin llegó Balbuena Nueba, y Nueva Yol 3: Bajo la nueva ley); Archie López con Lotoman (con tres películas) y Tubérculo Gourmet (que ahora viene con Tubérculo Presidente), o José Enrique Pintor con Sanky Panky (con dos, y prepara la tercera).

Las sagas dominicanas carecen de buenas estrategias; y es que se diferencian bastante de sagas internacionales, que traen en sí mismas un potencial comercial de alto espectro mercadológico. La principal deficiencia en las sagas de RD es la calidad de los guiones, que no se piensan con carácter isomorfo. Más bien son hechos a la brigandina. Trae en consecuencia la carencia del llamado “efecto club”, es decir, de una base narrativa que acople aspectos relacionados y genere déjà vu en su público.

La falta de ese elemento básico, tan generalizado en grandes sagas del cine mundial, es lo que potencia la taquilla en la siguiente película. Y en el caso dominicano las sagas se salvan por la popularidad –o masificación- de sus protagonistas.

Realizar buenas sagas, sean con espionaje, comedias, dramas históricos, etcétera, es un factor constitutivo de una saludable industria del cine. Y es que tienen a su favor la conversión de un producto en condición de fábrica, reduciendo tiempo de producción y rentabilizando buena distribución y exhibición, lo que a su vez se traduce en mejor producto narrativo y mayor calidad en la factura comercial.

Aunque, ya sabemos, en cine nada es seguro éxito taquillero.

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