Salvador y la corrupción

En dos intervenciones por televisión, Salvador ha abordado el tema de la corrupción con relación a su gobierno. Creemos que él no ha hecho un enfoque correcto de ese fenómeno de la corrupción, y esto lo decimos po

En dos intervenciones por televisión, Salvador ha abordado el tema de la corrupción con relación a su gobierno. Creemos que él no ha hecho un enfoque correcto de ese fenómeno de la corrupción, y esto lo decimos por lo siguiente. Salvador ha procedido, por vía de comparación, a establecer la situación de la corrupción en los países capitalistas y socialistas llegando él a la conclusión de que en ambos sistemas existe la corrupción. Pero no es así.

En el sistema capitalista la corrupción le  es inherente. En un país donde predomine el capitalismo desarrollado, subdesarrollado, atrasado o dependiente, la corrupción forma parte del sistema, viene siendo como uno de los principios que lo rige. La corrupción acompaña a todo el sistema capitalista como la sombra al cuerpo.

Al sistema socialista la corrupción no le es inherente. La corrupción se enfrenta, se combate; se educa al pueblo en principios de moralidad que señalan la corrupción como una lacra del sistema capitalista que se debe erradicar. Esto no quiere decir, en modo alguno, que en un Estado socialista no se den actos de corrupción: cierto que se dan, pero se enfrentan, se sancionan severamente en forma ejemplarizadora. Se combate la corrupción por los principios mismos que sirven de base al socialismo, no como una actitud o comportamiento de un gobernante determinado. Salvador enfrenta la corrupción desde su concepción, como una forma de su pensamiento político, no porque el sistema social que le sirve de base a su gobierno se lo exija como norma de conducta.

Salvador en una de sus charlas por televisión, hizo una defensa pública de la moralidad de su gobierno, y mencionó algunos funcionarios cuya honestidad, en verdad, nadie pone en duda; él no tenía que defender su honestidad, la que nadie, ni aún sus más enconados adversarios políticos, ponen en duda. Pero no debió hacer una defensa de su gobierno en conjunto.

Salvador ni ningún presidente bajo el sistema capitalista, puede defender la honestidad de todo su gobierno. Puede defender su conducta, o la de tal o cual funcionario, pero no la del gobierno entero. En el sistema capitalista se dan casos de que cuando se defiende un funcionario como honesto se puede pecar de injusto al dejar fuera a otros serios, o incluir como honestos a funcionarios cuya seriedad el pueblo considera sospechosa.

Con respecto a las denuncias que se hacen de actos de corrupción de algunos funcionarios, Salvador debe proceder con mucho cuidado. Si recibe datos serios, o informaciones de personas serias, con respecto a actos de corrupción de cualquier funcionario de su gobierno, su deber es ordenar una investigación de inmediato, sin importar la persona o el funcionario que sea. La fuente que le sirve la información, o le aporta los datos, debe ser un buen indicador para determinar la procedencia o no de una investigación.

Es verdad que actualmente hay personas descalificadas en su vida pública y privada para hablar de corrupción, pero están dictando pautas de moralidad al gobierno. Esas personas Salvador las conoce.

Pero si a Salvador un sinvergüenza le aporta datos o informaciones serias con respecto a actos de corrupción de tal o cual funcionario, él no debe hacer caso omiso de los datos que le puede suministrar el descalificado moralmente. Lo que se debe apreciar es la veracidad de la información, no la fuente que la da.

Salvador no se debe molestar cuando le dicen que tal o cual funcionario está  ejecutando actos de corrupción. A él le basta con pedir pruebas, datos, informaciones y cotejarlo todo, luego formar su convicción y proceder en consecuencia. El tema de la corrupción es un poco espinoso, pero vamos a seguir abordándolo. (123)

La prueba de la corrupción

En un artículo que publicamos en esta misma columna en fecha 9 de junio de 1982, con el título “Salvador, Cuidado con los Corruptos”, decíamos, entre otras cosas: “Para un gobierno ser honesto y limpio entero tiene que estar integrado por personas con una conducta intachable; en ese sentido no basta con que Salvador sea honesto si se rodea de funcionarios que en un pasado reciente han estado ligados a actos de corrupción. Así, por ejemplo, si una persona ha sido señalada por el pueblo como ligada a actos de corrupción, esa persona no puede ir a desempeñar ninguna función en el nuevo gobierno, porque si Salvador lo nombra estaría premiando la corrupción pasada y estimulando la futura”.

Desde que publicamos el citado artículo, hasta ahora, han transcurrido ya más de dos años y ahora el tema de la corrupción ha sido puesto sobre el tapete.
Creemos que las personas serias y responsables del país están en el deber de intervenir en el debate con respecto al fenómeno de la corrupción que es inherente al sistema social dominante, dependiente, que impera aquí.

No basta con que se hable de la corrupción, hay que denunciarla con hechos concretos. Si una persona tiene datos o documentos que pueden servir para una investigación seria sobre actos de corrupción de determinado funcionario, está en el deber de aportarlos.

Siempre hemos creído que la persona que participa en la vida política del país tiene que tener la suficiente responsabilidad para hacerle frente a sus actos. Así, por ejemplo, si usted tiene pruebas de que un funcionario se robó un dinero en tal o cual institución, recibió una comisión por tráfico de influencia, etc., debe decirlo públicamente, con toda franqueza, sin andar insinuando o lanzando dudas sobre la conducta de tal o cual persona.

Nosotros creemos que se le hace un sano servicio al país si por ejemplo se le dice públicamente a Salvador que cualquier funcionario estrechamente vinculado a él ha ejecutado tal o cual acto de corrupción. Si se le aporta un dato serio y concreto a él y no actúa, entonces se puede considerar como cómplice de esos funcionarios y de la corrupción.

¿Por qué decimos que se le hace un sano servicio al país si se denuncian actos concretos de corrupción contra los funcionarios con estrecha vinculación con el presidente? Porque al hacerlo así se golpea a todo el sistema, al gobierno, y a los funcionarios denunciados, y la opinión pública estaría más tranquila. Pero también resulta positivo para el gobierno y los mismos funcionarios denunciados. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que si quien hace la denuncia no aporta las pruebas se expone a una sanción ante los tribunales, el gobierno se fortalece porque puede decir que lo que se habla de sus funcionarios es fruto de la intriga y el chisme, y los funcionarios denunciados gozarán de un apoyo completo ante la opinión pública sensata y responsable.

Cuando hablamos de aportar pruebas no pensamos que quien haga la denuncia ponga en manos de Salvador o exhiba ante la opinión pública una constancia o recibo por concepto de actos de corrupción. No tiene que ser solamente mediante la prueba documental o escrita. El funcionario corrupto tiene muchos medios para encubrir sus actuaciones, ya sea utilizando amigos o familiares, o una tercera persona cualquiera.

En el artículo que publicamos en esta misma columna en fecha 9 de junio de 1982, dijimos: “Siempre hemos creído que Salvador, con el criterio que tiene de la pureza de la moralidad pública, no va a exigir que para que se pruebe que un funcionario es o ha sido corrupto se le busquen las pruebas escritas de la corrupción. El que roba los dineros del pueblo, o utiliza su influencia para obtener prebendas, no deja rastros”.

Tenemos la convicción  de que la corrupción no se puede erradicar bajo el sistema capitalista, sea desarrollado o subdesarrollado, pero sí se puede poner en evidencia. Los que aquí no tienen las manos sucias de peculado, ni han hecho causa común con gobiernos odiosos, despóticos y corruptos anteriores, tienen el deber de poner en manos de Salvador o exhibir ante la opinión pública, sin vocinglería y sin alardes, las pruebas, indicios e informaciones serias sobre actos de corrupción de funcionarios del actual gobierno. (124) .

Fuentes:

(123) El Nacional. 14 de diciembre 1984.
(124) El Nacional. 17 de diciembre 1984.

Continuará la semana próxima

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