Sí Señor, pero me insubordino y no acato

Insubordinación expresa, según la enciclopedia, “desobediencia o negativa a someterse a una autoridad superior”. Esto es lo que, con asombro, estamos viviendo en los últimos tiempos en la Policía Nacional y en una dependencia de la Autoridad&#8230

Insubordinación expresa, según la enciclopedia, “desobediencia o negativa a someterse a una autoridad superior”. Esto es lo que, con asombro, estamos viviendo en los últimos tiempos en la Policía Nacional y en una dependencia de la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET), que en la práctica, son dos caras de una moneda: unos de uniforme gris y otros de verde. Organismos quasi militares estructurados de manera piramidal, cuyas órdenes emanan del nivel superior hasta la base, en una sucesión rígida y sin posibilidad de cuestionamientos, rigidez que resulta vital en una cadena de mandos. En el caso de la PN, un raso, elemento extremo inferior de la jerarquía de potestades, en un insólito acto que intuyo inducido por intereses más allá de la denuncia del “sueldo cebolla” del nivel de “recluta”, produce y “sube” un vídeo que las redes sociales convierten rápidamente en viral, “denuncia” con sobrada lógica, lo imposible de vivir con un salario de la magnitud que lleva a un raso a la incapacidad para sostenerse dignamente. Acto “suicida” que produjo infinidad de comentarios por lo álgido del tema y por el tiempo político que se teje en el ambiente preelectoral, con previsibles consecuencias. Posteriormente, en la misma entidad del orden, un coronel denuncia una supuesta persecución de un general, a la vez que enfrenta una serie de acusaciones graves que hacen suponer una perversa micro estructura. En la Amet, se da cuenta de un grupo de agentes llevados desde Santo Domingo, que en la nueva Terminal de Cruceros de Puerto Plata, se negó a cumplir con su misión alegando carencias y bajos salarios.

Todos los casos apuntan a la percepción pública de una cuestionada pero necesaria institución del orden y afectan a un je fe recién estrenado. Al jefe de la PN, no le quedaba más alternativa, como “Crónica de una muerte anunciada”, que expulsar de las filas de la PN, al raso que se atrevió a airear públicamente elementos propios de la entidad, aunque de interés público, violentando el hermetismo tradicional que caracteriza sus asuntos internos, situaciones que erosionan la estructura tradicional de la institución, que invitaría a muchos a denunciar situaciones que siempre se han manejado dentro de la intimidad más estricta. Lo del coronel, aunque con aristas más complejas, traerá también aplicación de medidas para preservar el rígido orden que caracteriza una institución con muy poca evolución estructural, desde que fue fundada para centralizar el poder policial y acabar con la fragmentación de infinidad de “cuerpitos de policiitas” municipales de carácter local y acción autónoma, constituidos como cuerpos paramilitares, como expresión armada del caciquismo del tiempo de Concho Primo. Lo de Amet se diluye entre desmentidos y manejos internos, con un jefe que se esfuerza por rescatar una imagen muy deteriorada del cuerpo del tránsito vehicular.

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