Siempre la UASD

Las autoridades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) dispusieron la extensión por dos semanas del actual semestre docente. Es una medida atinada, pero que no debió ser necesaria, al menos por las causas que la motivaron.

Las autoridades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) dispusieron la extensión por dos semanas del actual semestre docente. Es una medida atinada, pero que no debió ser necesaria, al menos por las causas que la motivaron.

Compensar la pérdida de docencia provocada por disturbios debería ser una medida abolida. Pero en la universidad estatal se mantiene el clima de protestas sin clase como en los viejos tiempos.

El rector Iván Grullón Fernández dijo durante el discurso que pronunció el pasado viernes, en la ceremonia de graduación en ocasión de la celebración del 478 aniversario de fundación de la academia, que la extensión abarcará parte del mes de diciembre y que se hará en los recintos donde hubo suspensión de docencia.

El tiempo asignado para docencia hay que cumplirlo. Es una obligación y un deber al mismo tiempo. Pero completar un calendario que ha sido diezmado por protestas, aun cuando sean justas, es penoso, muy triste.

Los tiempos en que los semestres duraban hasta nueve meses y más debían estar proscritos y sin ninguna posibilidad de repetición y solo ser recordados como parte de la historia académica de la más vieja universidad del nuevo mundo. Pero el tiempo sigue sin ser valorado por algunos sectores que confluyen en la universidad estatal.

La expresión pérdida de tiempo debe desaparecer del ámbito de la UASD, la academia receptora por excelencia de los estudiantes de escasos recursos que buscan obtener un título de educación superior, un grado profesional.

Ese estigma de que en la UASD se va a perder el tiempo —que ha sido causa de que muchos padres de estudiantes optaran por sacrificarse económicamente y matricularlos en universidades privadas— tiene que desaparecer. Se puede protestar y estudiar. Se puede impartir docencia y exigir demandas, como aumento del presupuesto.

Lo que no es compatible es estudiar y provocar disturbios. Encapucharse y estudiar o trabajar no deben ni pueden ser compatibles.

La UASD debe expulsar a esas personas con rostros cubiertos que están provocando desórdenes en sus recintos, alterando la paz y tranquilidad universitaria. Son enemigos encubiertos de la academia, que con sus acciones hacen que el pueblo llano piense que “siempre en la UASD” se está perdiendo el tiempo. l

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