El domingo se conmemorará en la capital dominicana el “Día Internacional de la Lucha Contra la Corrupción” instituido por la ONU. El Movimiento Justicia Fiscal ha convocado a un encuentro en el Malecón a las 3:00 de la tarde, un paso más del movimiento impulsado principalmente por jóvenes de clase media, que ha sorprendido a los partidos políticos y al propio Gobierno.
El combustible que alimenta esta efervescencia es la información sobre el desbordado déficit fiscal con que cerrarán las cuentas del Gobierno este año, que no ha sido justificado convincentemente.
La otra gran sorpresa de este capítulo inédito, y que al mismo tiempo es un factor que aporta credibilidad a la mortificante cifra, es que no ha sido aportada por voceros de la oposición, sino por los propios funcionarios del área económica del Gobierno, que fueron además los responsables de manejar la economía en el período constitucional que cerró el pasado 16 de agosto.
Estamos en un proceso social ante el cual los partidos, principalmente el PLD, y el Gobierno no pueden inventar respuestas. Aunque no tenemos acceso a estudios profesionales sobre el proceso, la primera percepción es que el resultado de los epítetos insultantes enarbolados por voceros peledeistas, ha sido echar leña al fuego. El PLD, primero fue sorprendido con la rebelión de los jóvenes de clase media, después no acertó con el esfuerzo de explicación y justificación del abultado déficit, y con la descalificación camina en arena movediza. Para actuar ante este fenómeno social deben considerarse dos cosas:
Primero, los éxitos logrados por el movimiento social no partidista en la campaña por el 4% para la educación, y para impedir la construcción de una cementera en los límites del Parque Nacional Los Haitises. Estos antecedentes son los que han inspirado la persistente batalla contra la explotación de Loma Miranda en La Vega y el movimiento de reclamo contra el aumento de impuesto y el déficit. Segundo, que pasada la fiesta de la Navidad el disgusto puede crecer cuando se comience a sentir con crudeza el impacto de los aumentos de impuestos que se han justificado principalmente por la necesidad de cubrir el déficit.
En ese escenario tiene más tacto y sentido político la posición del Palacio Nacional expresada por el ministro de las Fuerzas Armadas, Sigfrido Pared, descartando que esto ponga en peligro la seguridad del Estado; y esta semana por Roberto Rodríguez -vocero del Gobierno- que consideró como un hecho positivo para el país la movilización ciudadana y el interés de los jóvenes por la participación política, y consideró normal que los partidos de oposición quieran aprovechar estos movimientos como parte de su agenda política. Estamos pues, ante enfoques políticamente inteligentes.
