Un tema de honor y respeto

Hay ocasiones en las que es mejor dejar que el tiempo transcurra para entonces poder hacer, al menos, comparaciones entre dos mundos con los que uno choca de vez en cuando.

Hay ocasiones en las que es mejor dejar que el tiempo transcurra para entonces poder hacer, al menos, comparaciones entre dos mundos con los que uno choca de vez en cuando.Son escasas las ocasiones en las que no hay dolor de cabeza para estructurar un equipo dominicano que sea competitivo y brinde al país, en el peor de los escenarios, la satisfacción del deber cumplido.

Hay más justificaciones y argumentos que en una corte. Está el cuento silvestre, como si se tratase de ganar el premio nacional de fábula.

Poco tiempo después llegan las informaciones de que las grandes potencias tienen el agradable dolor de cabeza de tener que dejar fuera a varias estrellas, porque las súper estrellas quieren estar en tal o determinada justa.

Nadie está obligado a lo imposible. Eso tiene categoría de axioma. Lo que no comparto son las excusas que se esgrimen, cuando simplemente es mejor decir que no y punto. Diga ya cumplí y prefiero darle paso a otros.

Prefiero eso a que quieran que digiera un movimiento teatral que envuelva la nunca ausente estabilidad financiera o el porvenir de mi familia.

En Estados Unidos, el primero que se pone a disposición y ha vestido la franela de rayas y estrellas es LeBron James, no solamente el mejor del planeta, sino uno de los pocos seres humanos que al caminar se puede decir “ahí van más de 100 millones de dólares”.

Después aparece Kobe Bryant, uno que está en el otoño de su carrera y con tanto dinero que un batallón de caprinos azuanos no lo brinca, que su meta es ganarse un puesto para los Juegos Olímpicos.

Ni hablar de que Pau Gasol y Tony Parker, entre otros, dejan el forro en estos momentos en el Eurobasket. Sucede lo mismo en el fútbol y en otras competencias.

Ellos tienen tanto o más que perder que muchos con sus vidas resueltas.
Representar a su nación es un tema de honor y respeto. Alguien dijo una vez que “el hogar es donde está mi corazón”. Precisamente, en el corazón, es que se lleva a su país.

 

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