La tesis de la dictadura con respaldo popular

La tesis de la Dictadura con Respaldo Popular causó furor en el 1969. El golpe de Estado militar de 1963 frustró a Juan Bosch y el expresidente giró hacia la izquierda. El capitalismo había caducado y estaba cerca la era del socialismo.

La tesis de la Dictadura con Respaldo Popular causó furor en el 1969. El golpe de Estado militar de 1963 frustró a Juan Bosch y el expresidente giró hacia la izquierda. El capitalismo había caducado y estaba cerca la era del socialismo.

Llegó al extremo de fijar incluso un plazo de 50 años al fin del capitalismo y el nacimiento de la Revolución Socialista. Mientras, la caída del Muro de Berlín y la vuelta al capitalismo en China y la Unión Soviética se hacían realidad. Al cumplirse 46 años de aquella premonición, en la República Dominicana triunfó la tesis de la Dictadura con Respaldo Popular, sin ton ni son. Con 16 años en el poder –quedó atrás la demodesgracia- la obra social y política no solo sigue inconclusa, sino que según sus ideólogos faltan 29 años más para completarla.
El plan es llegar al 2044. Nadie está cansado ni dolido, por tanto, la población resistirá con valentía 45 años de la Dictadura con Respaldo Popular, es decir, quince años más que la era de Rafael Leonidas Trujillo. Y lo confirman los liderazgos de Leonel Fernández, y del presidente Danilo Medina, que siguen en ascenso, y ya no resisten más medición porque rompieron su propio techo: sobre el cien por ciento. En verdad es un fenómeno político potente, herencia directa de las tres administraciones de Fernández, el más fiel intérprete de la tesis boschista, y el gran arquitecto de los mayores éxitos del régimen gobernante. La población está jubilosa porque terminaron los apagones. La luz y el agua están presentes, sin interrupción, en cada hogar dominicano. No hay crisis de libertades públicas ni derechos humanos. La prensa es completa y absolutamente libre.

No hay crisis financiera ni escasez de recursos económicos. Como por arte de magia, liquidamos la deuda externa, que era el dolor de cabeza mayor porque ponía en peligro la estabilidad macroeconómica del Estado. Al igual que hizo Trujillo saldamos la deuda, sacamos el país de la bancarrota, y por fin, no debemos un centavo a nadie de los 35 mil millones de dólares que consumían el 50 por ciento del presupuesto. El Metro de Santo Domingo, la obra maestra del Estado, resolvió la crisis del transporte, los tapones y el motoconcho.
Educación, salud y seguridad social. Los militares no ascienden sin irrespeto al escalafón. La política exterior respeta la carrera diplomática a plenitud.

Justicia social ejemplo para el mundo. Más de cuatro millones de dominicanos salieron de la pobreza extrema y pasaron a clase media. Los 500 mil jóvenes “ni- ni”, que ni estudiaban ni trabajaban, ya están empleados. Lo más grandioso ha sido que ya ningún dominicano se acuesta sin cenar. Y mucho menos bebe agua contaminada, porque todos los pueblos tienen acueductos, pozos tubulares, y letrinas. Terminó el rancherío, las casas de hojalata y pisos de tierra. La reforma agraria en franco desarrollo, con invernaderos, y fecunda producción agrícola. La delincuencia y el narcotráfico pasaron a ser películas de cine. Se acabó el relajo de modificar la Constitución cada cuatro años. Se acabó la corrupción… nadie roba los dineros del Estado ni regala el patrimonio público.
El Congreso y la Justicia ya son modelos de independencia total. Las barriadas pobres cambiaron su rostro famélico y ahora son villas con el glamur de las grandes ciudades con túneles, pasos a desnivel, puentes, que muestran el brillo del progreso y la modernidad. Todos tenemos computadoras, celulares y televisores. La revolución es real. Superamos el primitivismo y el neocolonialismo de la demodesgracia. No es utopía ni realismo mágico.

Realismo puro… Necesitamos 29 años más con el monstruo político invencible en el poder para completar la obra porque triunfó la tesis de la Dictadura con Respaldo Popular…

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