El presidente Danilo Medina, tuvo que emplearse a fondo, como ya lo ha hecho antes, para que “los compañeritos” del PLD en Nueva York no le quitaran brillo a su encuentro con la gente de la diáspora. En la escuela Salomé Ureña, del Alto Manhattan, El Titán de Bronce pudo apreciar, una vez más, que la atomización de las comunidades dominicanas migratorias está presente desde que se juntan más de 3 compatriotas. Y los del PLD no son la excepción. Por eso, su intervención fue un llamado a la unidad a sus compañeros peledeístas. Como evidencia, he aquí un resumen de sus palabras: “Practiquen la unidad, no se dejen dividir, porque el pueblo espera mucho del PLD, y deben fijarse en mí, que si en mí no hubiera amor, hoy no fuera presidente. Confíen en su partido, practiquen la unidad interna, no se dejen dividir, por nada y por nadie. Un partido dividido no gana procesos electorales, y si no, miren el ejemplo del PRD: 30 puntos porcentuales de ventaja en el mes de julio, y están en la oposición. Tienen que comenzar a quererse, a echar a un lado las cosas que lo dividen. No puede ser que compañeros que son de la misma organización tengan resentimientos por cosas sin ningún tipo de importancia. Para que el PLD sea un partido fuerte, tienen que amarse, tienen que quererse, y no pueden despreciar a un compañero porque piense diferente a ustedes. Si Dios hubiese querido que una sola persona pensara por él, hubiese hecho una cabeza y al resto no le hubiese puesto cerebro. Si Dios nos ha puesto cabezas diferentes, es para que pensemos y actuemos diferente. Y aceptar que usted tiene derecho a pensar y actuar como usted piensa, es el camino para reconciliarnos”. Ahí no hay desperdicio…
Con la cara larga
Después de esa cátedra de humildad y ternura, quedó con la cara larga el maestro de ceremonias que, como lo ha hecho antes, no mencionó a algunos de los presentes con quienes mantiene diferencias a lo interno del partido morado. ¡Ay Chichí…!
