Todo por la familia

Ahora que inicia el mes dedicado a la familia, noviembre, decidí escribir algunas consideraciones que tienen que ver con este tema tan fundamental para la existencia misma de la humanidad.

Ahora que inicia el mes dedicado a la familia, noviembre, decidí escribir algunas consideraciones que tienen que ver con este tema tan fundamental para la existencia misma de la humanidad.Siempre he sido plenamente consciente de que la oportunidad de ser padre o madre representa la más grata experiencia que un ser humano pueda vivir durante toda su vida. De ahí que la llegada de un nuevo ser en la vida de una pareja se convierte en un momento especial e inolvidable, porque marca el inicio de la constitución familiar que habrá de perdurar para siempre.

Soy abanderada de primer orden de la defensa de esa estructura llamada familia. De hecho, formo parte de varias iniciativas orientadas a mantener el equilibrio y sostenimiento familiar, a partir de acciones concebidas para crear conciencia frente a ese compromiso sagrado e inquebrantable.

Vale destacar que dedicar un mes a la familia no significa que los esfuerzos se limiten a la realización conyuntural de actividades vinculadas a esta temática. Por supuesto que no. Sin embargo, tiene una significación especial, porque nos conmina a reflexionar sobre las diversas vertientes que envuelven el contexto familiar.

En mi ejercicio como comunicadora he tenido que elevar la bandera de la conservación familiar, como célula medular de la formación de cualquier sociedad. Igual, como madre y esposa, entiendo y practico la creencia de que la familia es el origen de lo que somos y el resto de nuestras historias.

Por eso, es necesario que asumamos en nuestros hogares la verdadera importancia que reviste la necesidad de que cuidemos nuestras familias como institución y pilar de nuestras vidas. En términos más concretos, esto es invertir tiempo de calidad en los hijos, y elegir un espacio especial para nuestras parejas.

Solo así alcanzaremos la solidez y permanencia de nuestros matrimonios y evitamos el descalabro de nuestros hogares. Con cada mirada de la madre, con cada ejemplo o corrección del padre; con la caricia a tiempo, vamos formando una huella indeleble en la historia de nuestros hijos, que se expresa luego en el comportamiento de una familia robustecida y preparada para hacer frente a cualquier tipo de adversidades.

Las parejas igual deben centrarse en su rol de ocuparse en mantener su relación sana, pues de eso depende mantener familias sanas y será ese el ejemplo y patrón a seguir de nuestros hijos.

Entonces, es hora de que comencemos a ser más conscientes de cada paso que demos, de nuestras actuaciones y decisiones en el seno familiar, para cosechar bienaventuranzas y la dicha de saber que fuimos capaces de llevar a puerto seguro a todos y cada uno de los miembros de nuestro linaje.

En este sentido, el Estado igual debe asumir esto como un asunto de primer orden, ejecutando políticas públicas en beneficio de la gran familia dominicana, porque es aquí donde comenzaría la gran revolución, el cambio y la solución de muchos problemas que durante años nos sacuden como nación, y que inequívocamente tienen su origen en el seno familiar.

La violencia desenfrenada, la deserción escolar, la drogadicción, la falta de oportunidades, el crimen organizado y los conflictos de género, son sólo parte de ese largo rosario de situaciones que se desprenden de la desorganización familiar, y que con acciones motorizadas con visión estatal pueden ser afrontadas con resultados alentadores.

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