Todo lo que brilla no es oro

Desde que vio a Albert mi hermana se enamoró de él. Le atrajeron sus fuertes brazos, su figura atlética, su tamaño, su…

Desde que vio a Albert mi hermana se enamoró de él. Le atrajeron sus fuertes brazos, su figura atlética, su tamaño, su pelo, su color, su sonrisa austera y esos hoyitos que se le formaban en las mejillas cuando sonreía. No se cansaba de decir que qué lindo era, que qué bien vestía, que su perfume le sentaba de maravilla y que parecía un caballero medieval. Aunque ellos salían a fiestas, a cenas y ella hasta visitaba la casa de él, todavía no habían llegado a tener intimidad y mi hermana estaba desesperada.  A mí,  que me tiene mucha confianza, me preguntaba que cómo debía comportarse ante él para que le propusiera estar juntos, lo que a mí me puso un tanto “chiva”.

El día esperado llegó, mi hermana estaba que no se aguantaba. Compró ropa sexy, burbujas y aceites de baño, velas aromáticas y un arsenal de cosas para hacer de ese encuentro una noche de película. Ya estando en el lugar al que fueron para darle riendas sueltas a la pasión, a ella  la querían traicionar los nervios, respiró profundo, entró al baño, se perfumó (creo que más de lo debido), se tomó un trago de vodka, volvió a respirar y salió vestida con un atuendo indiscutiblemente súper sexy.

Él se quedó mirándola y solo le dijo: ¡que linda estás!, pero nunca dio esa “señal”, que todas esperamos. Mi hermana se quiso morir y  el galán ya no era tan galán, ni tan macho y todas sus expectativas se fueron al piso.
Gay no era porque me dice, que luego estuvieron juntos, pero nada que ver.  Nunca vio las estrellas, ni tocó el cielo con las manos, y sus historias de sexo, en vez de despertar “envidia de la buena” como decía mi amiga Martha de Sepúlveda (que en paz descanse) provocaban pena y rabia. Después de varios años de sufrimientos, amarguras y, por supuesto de estar a dieta en cuanto a sexo se refiere, decidió terminar con ese fortachón. Hoy, la pareja que tiene no es musculoso, mucho menos parece un galán de película (incluso hasta su pancita tiene), pero ha comprobado que esas historias de amor, desenfreno y pasión que narra la revista Cosmopolitan, son más que reales. Ella las está viviendo ahora.

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