Todos contentos y Danilo de risitas

Al presidente Danilo Medina hay que reconocerle sabiduría. El grado hay que cedérselo al observar cómo manejó la crisis tras la sentencia 168-13. Primero muy sensible hacia los defensores de los descendientes de haitianos, lo que le ganó aprobación extendida entre esos núcleos, y cuando debió entender un poco más las razones de Estado que motivaron la sentencia, y dar un moderado giro, lo que lo alejaba de ellos y sus aliados extranjeros, que casi lo acorralaron en La Habana, pronunció el famoso discurso, que fue un jonrón. Como torero del patio, logró el consenso deseado. Y el proyecto salió con apoyo abrumador. Está de risitas.