En torno a la honestidad y la honradez

IntroducciónYo dije: “A los honestos hay que protegerlos y defenderlos”. Un periodista y un empresario me respondieron: “Más bien hay que premiar a los honestos, porque a la honestidad no se la premia”. Entonces…

Introducción

Yo dije: “A los honestos hay que protegerlos y defenderlos”. Un periodista y un empresario me respondieron: “Más bien hay que premiar a los honestos, porque a la honestidad no se la premia”. Entonces yo propuse: “Instituciones del país las invito a crear homenajes y reconocimientos a la honestidad, como se hace con otros valores de la vida humana. Urge hacerlo”.

Ella, una anciana cargada de sabiduría dijo en otra ocasión: “Nos quejamos mucho de la corrupción, pero hablamos poco de la honestidad”. Entonces yo dije: “Hablemos de la honestidad”.

Exigencia de la ética natural

“La honestidad e integridad es una exigencia de la mera ética natural. Y para los católicos es además una urgencia ineludible de su fe viva. No se puede ser hijo de Dios y hermano de los que nos rodean con un corazón corrupto. Decir que amamos a Dios y al prójimo y practicar la corrupción es algo contradictorio; es negar claramente con las obras y la vida aquello que proclamamos fácilmente con palabras mentirosas” (Conferencia del Episcopado Dominicano, Mensaje al cerrar el sesquicentenario de la Independencia Nacional, 27 de febrero de 1995, #30).

Sinónimos

El Diccionario Espasa de Sinónimos y Antónimos trae como sinónimos de:
Honestidad: honradez, integridad, rectitud, dignidad, bondad, conciencia, austeridad, justicia, desinterés, desprendimiento, decencia, castidad, pudor, recato, honra, virtud, vergüenza, moderación, honor, compostura y modestia.
Honesto: honrado, íntegro, recto, justo, irreprochable, intachable, cabal, leal, probo, cumplidor, austero, desprendido, desinteresado, púdico, pudoroso, casto, comedido, recatado, decente, puro, decoroso y modesto.

Sabiduría de los siglos

Recogemos aquí expresiones y frases de grandes pensadores y sabios de la humanidad a lo largo de los siglos en torno a la honestidad y honradez.
“¡Vivan las personas honradas! Siempre resultan menos canallas que las otras” (H. Becque, Pensées, 3).

“Un hombre honrado es un poderoso baluarte” (El Bulwer Lytton, King Arthur, II, 102).

“Para ser honrada, a mucha gente no le falta más que el dinero” (C. Dosst, Note azzurre, 521).

“La rectitud de conducta y la reputación general de honradez recaban para sí mayor confianza y aprecio, y a la larga, por consiguiente, más ventajas, incluso materiales, que cualquier camino sinuoso” (F. Fénelon).

“El hombre honrado no teme ni la luz ni las tinieblas” (T. Fuller, Gnomología, n. 2528).

“Hombre honrado es aquel que mide sus derechos por sus deberes” (J. H. Lacordaire. Pensées: Devoir).

“El hombre honrado a carta cabal queda siempre como un caballero, pero se queda siempre donde está; raras veces avanza” (A. Von Logau, Sinngedichte: Redlichkeit).

“El que perdió su honradez, nada tiene ya que perder” (J. Lyly, Euphues).
“El ingenioso no es más que una pluma al viento; el jefe, sólo una caña. El hombre honesto es la obra más excelsa de Dios” (Pope, Essay on Man, IV. v. 247…)

“La Providencia ha otorgado a los hombres el don de hacer de la honradez el partido más ventajoso” (M. F. Quintiliano, De Institucione oratoria, I, XII).

“La picardía puede servir para un corto paseo, más para todo el camino, la honradez es lo mejor” (J. Ray, English proverbs).

“Tal como va el mundo, señor, ser honrado es ser elegido uno entre mil” (W. Shakespeare, Hamlet, II, 2).

“A cualquiera que se descubra en un fraude vergonzoso, no se le volverá a creer incluso si habla con la verdad” (Pedro (15 a.C.-55 d.C.). Poeta romano).

“El hombre honrado es el que mide un derecho por su deber” (Henri Dominique Lacordaire (1802-1861). Sacerdote francés).

“La honradez es siempre digna de elogio, aun cuando no reporte utilidad, ni recompensa, ni provecho” (Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.). Escritor, político y orador romano).

“La honradez reconocida es el más seguro de los juramentos” (Benjamín Franklin (1706-1790). Político, filósofo y científico estadounidense).

“Más vale morir con honra que deshonrado vivir” (Hernán Cortés (1485-1547). Militar español).

“No hay legado más valioso que la honradez” (William Shakespeare (1564-1616). Poeta y autor teatral inglés).

“Nunca he observado que la honradez de los hombres aumente con su riqueza” (Thomas Jefferson (1743-1826). Político y filósofo estadounidense).

“Un hombre honrado no encontrará jamás una amiga mejor que su esposa” (Jean Jacques Rousseau (1712-1778). Filósofo y botánico suizo).

Twiters

Para ser honesto, no tienes que huir de la corrupción. Ella huirá de ti o te atacará.

El honesto resultará molesto a todo corrupto y éste buscará sacarlo de circulación.

La gran tentación del honesto es “cansarse”, “tirar la toalla” y adaptarse “a lo que funciona”.

Si educas a tus hijos para la honestidad, los preparas a ellos y a tus descendientes, para que caminen con la frente en alto.

Si no educas a tus hijos para la honestidad los preparas a ellos y a tus descendientes para ser delincuentes y para la cárcel.

La lámpara de un Diógenes moderno
Esto dije y escribí hace 25 años para mi programa por televisión y radio y para mi columna escrita “UN MOMENTO”.

“-Juan de Dios, ¿qué hace en pleno día, con este sol resplandeciente, y una lámpara encendida en la mano?

-Soy el moderno Diógenes dominicano y busco de nuevo a un hombre honesto.
Y me habló, entonces, de corrupción, de robos y mentiras. Me citó nombres de hombres y mujeres, partidos y tendencias, agrupaciones e instituciones.

Me descorrió una cortina y me mostró las consecuencias: la miseria y el hambre, la penuria y los niños en los cruces de calles de la capital.

Ante estos hechos, ¿quién puede hablar?

Mudo, levanté mi mano y con el dedo índice le fui mostrando a otros hombres y mujeres no corruptos.

Comunidades con ideales y proyectos, el progreso del país, mucha gente emprendedora que se afana, lucha.

Juan de Dios, entonces, apagó la lámpara que llevaba encendida en pleno día y me dijo: Esta no hace falta. La lámpara de otra gente está encendida. Con sus luchas y empresas mantienen viva la llama de un futuro mejor y abren la puerta de la esperanza. Apagaré, pues, la lámpara de Diógenes y encenderé la luz de la esperanza”.

6. Honestidad y desarrollo económico
Esto dije y escribí hace 20 años también para mi programa por televisión y radio y para mi columna escrita “UN MOMENTO”:

“Se ha insistido mucho en la necesidad de la educación para el desarrollo económico de los pueblos. Es un criterio adquirido que sin educación no hay progreso. Se ha dicho, incluso, que aquel que tiene la educación básica primaria no se muere de hambre. El analfabeto fácilmente pasa hambre. Hay, sin embargo, analfabetos que se desenvuelven muy bien económicamente. Esa es la excepción.

Pero la educación necesita un apoyo económico. Se habla, con razón, de que debe ser un renglón prioritario en el presupuesto nacional. Hay que invertir, pues, en educación. Parece un círculo vicioso. Para salir de la pobreza económica hay que educarse; y para tener educación hay que sacar recursos de la pobreza. Se podría pensar que el círculo no se rompe. Pero sí se rompe. El pobre que invierte de sus pocos recursos en educación hace la mejor inversión y sale de la pobreza.

Ahora bien, cuando el erario se dilapida o se invierte mal el presupuesto nacional, ¿con qué se paga la educación necesaria para superar la pobreza? “Se paga” con más analfabetos, más gente sin la educación básica, con una mayor pobreza y subdesarrollo.

Ahora bien, cuando hay corrupción y los fondos económicos terminan en las cuentas privadas, ¿con qué se paga el desarrollo de una nación? El costo es estancamiento económico, primero; desconfianza en la administración pública, después; revueltas sociales, por último, de fuerzas ciegas descontroladas, desesperadas y mal educadas.

Si es verdad que la educación es necesaria para el desarrollo económico de los pueblos, no es menos cierto que sin honestidad en los gobiernos seguirá campeando la falta de educación y la pobreza en nuestros países. El fundamento último del progreso de una nación hay que reponerlo, hoy por hoy, en la honradez administrativa de sus autoridades.

Valgan estas afirmaciones: cuanto más educados sean los pueblos más ricos serán y más progresarán; cuanto más honestos sean los gobernantes más recursos habrá para invertir en educación; cuanto menos honrada sea la administración pública menos educación y menos desarrollo habrá en un país.
Hasta las empresas privadas sólo progresan cuando sus dueños, gerentes y administradores son honrados y honestos.”

Conclusión

CERTIFICO que, después de oír tantas voces a mi alrededor, se hace un imperativo premiar a la honestidad y hablar más de ella, como dos de las respuestas necesarias ante la invasiva corrupción.

DOY FE, en Santiago de los Caballeros a los treinta (30) días del mes de noviembre del año del Señor dos mil quince (2015).

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