En torno a las redes sociales (3)

IntroducciónEn mis dos entregas anteriores, según mi propósito de difundir las riquezas del II Congreso Nacional de Comunicadores Católicos, tenido en el auditorio de la Universidad Católica Santo Domingo, el 4 de…

Introducción

En mis dos entregas anteriores, según mi propósito de difundir las riquezas del II Congreso Nacional de Comunicadores Católicos, tenido en el auditorio de la Universidad Católica Santo Domingo, el 4 de mayo 2013, ofrecí reflexiones del Papa emérito Benedicto XVI y del Cardenal López Rodríguez, en torno a las Redes Sociales. Hoy recojo las de Mons. Freddy Bretón, Obispo de Baní, tomadas de su discurso al respecto, en el que pone el acento en su propia experiencia personal en el campo de las redes sociales. Seguiré el esquema propuesto por él mismo en su disertación.

1- PRIMERA PARTE

A: Preámbulo

Desde que Cristo dijo a sus discípulos: “Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Noticia a toda la creación” (Mc 16, 15), la Iglesia no debe escatimar esfuerzos ni medios para cumplir con el mandato de su Señor.

Los discípulos comenzarían arrastrando sus sandalias por el polvoriento suelo de su propia patria, Israel, pero pronto irían más allá; pasarían a Fenicia (actual Líbano), a Siria, y luego hasta los confines de la tierra” es decir, de la tierra hasta entonces conocida. Caminaban a pie, a caballo, en barcos.

Precisamente en barcos (es decir, “carabelas”), llegaría el Evangelio al Nuevo Mundo, verdaderos confines de la tierra.

Todavía podría alguien preguntarse: ¿De qué medios debe valerse la Iglesia para anunciar el Evangelio? ¿Hay alguna restricción para ello?

Se debe notar que el mandato del Señor no especifica medios, por lo que legítimamente podemos deducir que puede usar todos los medios moralmente válidos.

Cuando las velas de la carabela dieron paso al vapor, los misioneros viajaron en buques de vapor; cuando hizo su aparición el motor, viajaron en grandes barcos de motor. Cuando surcó los aires el avión, los misioneros usaron este medio; el Papa no viaja en las barcas del Mar de galilea: viaja también en avión.

Si algún día se regularizaran los viajes interplanetarios y al llamado Espacio Exterior, y hubiera a quién anunciar el Evangelio, hasta allá tendría que llegar la Iglesia. Primero se predicaba a viva voz en plazas y areópagos (“a voz en cuello”; aunque había espacios con buena acústica, supongo que se debía tener, además de fe, buena garganta). Luego se usaron fotutos, bocinas de pregonero… Mucho después se usaría radio, TV, teléfono, fax. Ahora, por medio de sistemas satelitales y de redes sociales en Internet. Y aun no sabemos qué nos reserva el futuro en cuanto a comunicación.

B: Las redes en el Mensaje del Papa (mensaje para la XLVII  jornada mundial de las comunicaciones sociales).

En las redes se puede (con perdón) difundir la porquería, o por el contrario, como lo dijo el Papa Benedicto, tenemos oportunidad de construir “portales de verdad y de fe”. Éstas constituyen, sin duda, nuevos areópagos, “nuevos espacios para la evangelización”.

Son, según el decir del Santo Padre, “una realidad cada vez más importante, y que tiene que ver con el modo en el que las personas se comunican hoy entre sí… que están contribuyendo a que surja una nueva «ágora», una plaza pública y abierta en la que las personas comparten ideas, informaciones, opiniones, y donde, además, nacen nuevas relaciones y formas de comunidad.” “Las redes se convierten así, cada vez más, en parte del tejido de la sociedad, en cuanto que unen a las personas en virtud de estas necesidades fundamentales. Las redes sociales se alimentan, por tanto, de aspiraciones radicadas en el corazón del hombre.”

2- SEGUNDA PARTE

Comparto con ustedes algo de mi limitada experiencia. He andado con pie de plomo en cuanto a las redes sociales. No así en Internet, pues en los inicios de la década de los noventa, viviendo en el Seminario Santo Tomás de Aquino, hice instalar una línea telefónica personal solo para Internet dial-up. Y fue el primer servicio de Internet en todo el Seminario. Pero su lentitud hizo que me desencantara de él rápidamente. A pesar de este inconveniente, lo hice instalar en mi casa de Baní al llegar como obispo de la Diócesis en el 1998. Me interesaba, sobre todo, por el correo electrónico.

El 30 de enero del 2009 abrí mi cuenta de Facebook (Recuérdese que ésta fue fundada en febrero del 2004). Durante mucho tiempo rechacé la invitación a unirme a dicha red; pensé que era una monería más, y se supone que un obispo no tiene tiempo para monerías.

Tengo también cuenta de Twitter, de YouTube, e incluso edito y corrijo artículos de Wikipedia. Y sigo rechazando cantidad de invitaciones a unirme a otras redes. (Pienso que con las REDES está sucediendo lo que pasó aquí con los chimichurris: había varios en cada esquina).

Twitter me cuadra menos. Entiendo que sirve para poner cualquier frasecita; enseguida te sale en número rojo diciéndote que te pasaste de la cantidad de palabras permitidas. Por esa razón mi cuenta de Twitter tiene algo de vigencia porque la he enlazado a Facebook. Aunque estoy suscrito a unos cuantos periódicos y noticieros.

He comenzado a subir algún pequeño video a YouTube y estoy suscrito a muchos canales; he hecho en iMovie un pequeño trailer para la puesta en circulación de mis Memorias, y veo que funciona: unos cientos de personas lo han visto. La primera cosa que subí (pero no la recordaba) fue una broma de Tom el gato, cantando Feliz Navidad, en un diciembre pasado; mi asombro fue grande al ver ahora que miles de personas lo habían escuchado.

Por supuesto, está el problema del tiempo. Apenas puede un obispo bregar con todo esto. Añádase que debo mantener también la página web de la Diócesis: www.diocesisdebani.org y mi paginita personal, http://www.diocesisdebani.org/Freddy_Breton/Bienvenida.html

Hace unos años, participé en un Congreso de Pastoral de la Cultura en Buenos Aires, en el que un experto sacerdote argentino nos habló del tema de las Redes Sociales; el Papa acababa de abrir su cuenta de Facebook, y este sacerdote decía que probablemente no serviría de mucho, pues para que algo así funcione hay que interactuar con los seguidores. Eso era lo que me asustaba de las Redes. En mi experiencia con Facebook, esta es la parte más exigente.

Una vez comencé a poner en Facebook algún texto patrístico, o una frase del Evangelio con alguna foto. Escribió alguien en mi muro diciendo que no entendía español, que si no podía ponerlo también en inglés o francés. Así fue como comencé a colocar las Lecturas de la Misa, más el texto patrístico del Oficio de lectura, en español y en inglés. Inicié en febrero del 2012, por lo que llevo un año y dos meses sin fallar un solo día. La gente lo espera y lo agradece.

Pero esta no es la parte complicada. Lo complicado es la Mensajería interna de Facebook. Yo voy arribando ya a los 5,000 amigos (es el tope de Facebook), por lo que nunca me faltan mensajes. Digamos primero lo bueno: me han localizado personas del país y de fuera, antiguos compañeros de escuela, o de seminario, fieles de las parroquias en las que trabajé, sacerdotes, religiosas.

 En verdad, ha sido gratísimo volver a tener noticias de personas amigas. La Red ha sido el lugar de encuentro, de renovar vivencias y amistades. Incluso ha sucedido que después del encuentro en la Red, ha venido el encuentro en el grupo, en la comunidad, en la Iglesia. Tal como lo dice el Papa en su mensaje para la XLVII Jornada mundial de las comunicaciones sociales.

Pienso que esta sola experiencia de encuentro, justifica la existencia de las Redes Sociales.

En los mensajes que recibo, piden oración en diversas situaciones, y muchas bendiciones. A cada uno le contesto prometiendo la oración. Esta parte me gusta. A menudo hacen consultas doctrinales, por lo que aparte de unas palabras explicativas, les he copiado párrafos del Catecismo de la Iglesia, por ejemplo. A menudo piden material para algún trabajo, y esto es más complicado; o solicitan la definición de una palabra (por ejemplo.), que a veces copio del Diccionario de la Real Academia. Consultan cosas de oficina: documentos, horarios. Suelo remitirlos a sus sacerdotes, pues preguntan cosas que conviene que las respondan ellos. Llegan problemas de parejas; me han llegado casos de graves problemas morales. He llegado incluso a llamar por teléfono a algunas personas, pues así lo han pedido (tengo que limitar esta práctica, a causa del costo). Y por supuesto, son gente de cualquier parte, de otras diócesis y hasta de otros países.

Como pueden ver, las redes me ha complicado (enredado) bastante la vida. Pero bendito sea Dios. Se trata de hacer el bien.

En cuanto a cosas desagradables, la peor experiencia la tuve en Twitter: alguna vez llegaron twits demasiado vulgares. Y todos eran del país.

De mi muro y de mi cuenta de Facebook he tenido que retirar algún material, pero pocas veces; de mi lista de amigos he retirado algunos: a uno por vulgar (un pariente cercano), a otros por intolerantes y sectarios en materia religiosa.
La cuestión está planteada. Ojalá asumamos el reto&#8221.

CONCLUSIÓN

CERTIFICO que en mi tercera entrega de En torno a las redes sociales solo traje a colación las reflexiones de Mons. Freddy Bretón en su discurso, tenido en el II Congreso de Comunicadores Católicos.

DOY FE en Santo Domingo, a los 15 días del mes de mayo, del año del Señor 2013.

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