La transición del Nuevo Orden

El “orden” internacional se desmorona sin que se revele el nuevo “orden” mundial. USA va dejando poco a poco el cargo de “Vigía de Occidente”; pero Rusia, China, o India, que emergen para todo lo demás, no saben, o no pueden todavía,…

El “orden” internacional se desmorona sin que se revele el nuevo “orden” mundial. USA va dejando poco a poco el cargo de “Vigía de Occidente”; pero Rusia, China, o India, que emergen para todo lo demás, no saben, o no pueden todavía, verse envueltos en los conflictos que acarrea el liderazgo global. Vemos cómo pierden poder quienes antes lo tenían, y ahora pasa a manos de quienes no saben cómo lo usarán efectivamente, y terminan prostituyéndolo con sectarismos imposibles para estos tiempos como es el caso de Morsi y sus hermanos musulmanes, en Egipto. Como los políticos no cumplen con su rol, defraudan, y al defraudar, los pueblos piensan en el fracaso de la democracia y recurren a otras opciones. A veces la crisis de algunas democracias es la crisis del sentido común de sus políticos, lo que llevó a los venezolanos a optar por Chávez, que a su vez fue otra crisis del sentido común “de las mayorías”.

Las izquierdas trasnochadas, que no románticas, necesitan de un purgante que les liberes de su propio pasado; no de la obsolescencia de sus ideas básicas, o de su “misión con la historia”, sino de la limitación de sus líderes y sus praxis, petrificados a fuerza de vagancia intelectual. Ni la democracia es la única opción de gobierno, ni la igualdad es la única ni principal variable que ha de considerarse al pensar la gobernabilidad en estos tiempos; pero entendiendo que esos dos supuestos casi absolutos no son incompatibles.

Cuando el pueblo sale a las calles pueden ser muchas cosas a la vez; puede ocurrir, como en Egipto, que la identidad que un día es aplaudida desde la lejanía sea, poco después, vista como un peligro o una amenaza, sin haber cambiado. La etiqueta de “neocolonialismo” recuerda a la de “racismo” o de “fascismo”. Se trata de un argumento que en el mundo occidental puede significar cualquier cosa, y tiene la capacidad de bloquear toda conversación inteligente, hasta transportarla al pantanoso terreno del prejuicio y de la irracionalidad. El poder totémico de ciertas palabras, ahora es el “neocolonialismo”, intenta arrastrar todo, para suplantarlo por nada, porque es nada lo que ofrecen Correa, Evo o la Kirchner.

El fin de los valores absolutos y metahistóricos ha supuesto el inicio de valores relativos, lo cual ha ido eliminando a los “dioses”; pero el mito del buen salvaje, que encadena a los neo-revolucionarios sudamericanos, no les permite ver al buen occidental, que está siendo atacado por mentalidades medievales como las de los Hermanos Musulmanes, que quieren retrotraernos a la edad de piedra y de chamanes charlatanes, acusando al “hombre civilizado” como portador de todos los males.

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