Trece familias sufren fuego y luego lluvia

Santiago. Las trece familias que quedaron a la intemperie por un fuego que destruyó diez viviendas y afectó otras tres, tuvieron que soportar la lluvia dejada por la tormenta Irene, debido a que hasta ayer ninguna autoridad se había presentado a llevar

Santiago. Las trece familias que quedaron a la intemperie por un fuego que destruyó diez viviendas y afectó otras tres, tuvieron que soportar la lluvia dejada por la tormenta Irene, debido a que hasta ayer ninguna autoridad se había presentado a llevarle ayuda.

Mientras que los heridos por las quemaduras, identificados como Ana Antonia Pérez, de 103 años de edad y Rudy Germosén, de 20, ya fueron dados de alta y se encuentran residiendo en casa de amigos.

Altagracia Cabrera tuvo que refugiarse con varios de sus nietos y algunos de sus hijos en la casa de su nuera, Denni Aracena.

Y, pese a que la tragedia ocurrió el domingo a las tres de la tarde en el barrio Cerro de la Otra Banda, ni el gobernador provincial ni el  alcalde han pasado por la zona afectada.

María Cabrera, otra de las afectadas, narró el temor que sintió al explotar uno delos tanques de gas que al parecer fue el que propagó las llamas.

Los propietarios de las viviendas reducidas a cenizas son Jean Antonio Batista, Carlos José Martínez, Alejandro Gómez, Ramón Antonio Ceballos, Dagoberto Cabrera, Félix Colón, Nicolás Rodríguez y Juana Colón.

El fuego dejó evidenciadas las precariedades con que se maneja el cuerpo de bomberos, al punto que varios camiones privados tuvieron que surtir de agua a las unidades bombas para apagar las llamas.  Su tardanza generó enfrentamientos, al punto que los residentes en la zona intentaron agredir a los bomberos.

A pedradas recibieron a los bomberos

La unidad de bomberos que se presentó en el sector Cerro de La Otra Banda para sofocar el fuego fue recibida a pedradas por decenas de comunitarios indignados con su tardanza.

El incidente no pasó a mayores, pero se supo que uno de los motivos de la demora de los socorristas consistió en que tuvieron que atravesar por calles laberínticas para poder dar con las casas que se estaban quemando.

La gente, desesperada, porque los ajuares de sus vecinos se perdían y por la peligrosidad de una potencial explosión de los cilindros de gas, no escuchaba razones. Entendían que el siniestro se podía extender por toda la barriada y cobrarse vidas y destruir bienes.  Hoy los afectados piden que los ayuden a reconstruir sus casas para no estar “arrimados”.

Otras víctimas de un siniestro

En otro incendio ocurrido la madrugada del pasado sábado resultaron muertos, Edwin Batista, de 38 años y la menor Milca Mercedes, de tres años, en la comunidad  Los Guandules de Hato del Yaque. El departamento técnico del Cuerpo de Bomberos de Santiago investiga qué ocasionó el fuego.

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