El trepador social de aquí, y algunos de sus rasgos

IntroducciónEs legítima la aspiración de todo ser humano desarrollarse en el orden material y espiritual, en base a su esfuerzo; acrecentar siguiendo el normal desenvolvimiento es algo muy natural, y hay que aceptarlo…

Introducción

Es legítima la aspiración de todo ser humano desarrollarse en el orden material y espiritual, en base a su esfuerzo; acrecentar siguiendo el normal desenvolvimiento es algo muy natural, y hay que aceptarlo como resultado del esfuerzo por alcanzar el progreso.

Es bien visto el empeño de una persona por ocupar un lugar de respeto y consideración en el medio social, tomando como base el trabajo manual o intelectual, pero resulta penoso tratar de escalar socialmente en forma precipitada reduciéndose como persona en su dignidad.

En este escrito vamos a referirnos a algunos rasgos que caracterizan a aquellos individuos que procuran ocupar un lugar que no les corresponde en los marcos del sistema económico predominante en el país.

I.- Comportamiento de un segmento de la clase media

1.- Las clases sociales, esos grupos humanos que se diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción social, y se determinan por el papel que desempeñan en la organización social del trabajo, tienen una actitud distinta ante los fenómenos sociales y la forma de enfrentarlos. De ahí que dependiendo de su ubicación social, en las sociedades humanas las personas que las componen reaccionan en forma diferente en procura de alcanzar sus objetivos.

2.- Al margen de las clases fundamentales de cada sistema, está la clase media, la cual por su propia naturaleza es inestable, se mueve entre los de abajo y los de arriba; se comporta cambiante e insegura, a la vez que arrastra muchos vicios sociales.

3.- En el segmento de la clase media encontramos todo tipo de conductas, sentimientos y aspiraciones; algunos de sus fragmentos se interesan por ocupar el o los lugares de las clases altas; procuran subir, no por su desarrollo normal en la producción social, sino mediante formas variables de inconductas.

4.- Algunos grupos sociales están dispuestos a ejecutar las acciones más deleznables en interés de escalar para ocupar un alto peldaño en la pirámide social y exhibir atributos exteriores pecuniarios que no pueden justificar. Para actuar en semejante forma parten del falso razonamiento de que como en el medio social donde viven el pastel económico está ya muy repartido, si llegan tarde a la repartición les tocará muy poco o nada y, por tanto, tienen que darles riendas sueltas a sus ambiciones.

I.- El afán del trepador social por escalar

5.- La desesperación se apodera de los que buscan trepar socialmente; se la ingenian para escalar; su objetivo es subir aunque sea eliminando a los que llegaron más temprano y se encaramaron primero en la escalera del sistema.

6.- La impaciencia de aquel que se siente muy alejado del pastel que ofrece el ordenamiento vigente y cree que se agota a medida que el tiempo avanza y no logra colocarse junto o por encima de los que están sirviéndose del dulce desde hace tiempo, se muestra en estado exasperante, dominado por el tormento.

7.- Los deseos excesivos del trepador social le dañan mentalmente; su apetito pecuniario lo traduce en codicia ilimitada, su ansiedad por estar un escalón más alto en la escala social, la convierte en avidez, en un avaricioso enfermizo.

8.- Aquel que se mueve a velocidad exagerada por llegar al peldaño social que ambiciona, poco le importa como le llamen, el apodo o mote que le coloquen; acepta ser llamado burgués sin costumbres y buenos modales, o ricachón o ricacho; todo lo tiene sin cuidado, para él da lo mismo que lo tilden de advenedizo, plebeyo o villano, opulento o rico al vapor.

9.- En su afán por llegar al tope de la escalinata social, el trepador acepta hacer de ridículo; servirle de diversión a los que llegaron primero a disfrutar el pastel; no le quita el sueño ser identificado como bufón o pelele.

10.- La inquietud lleva al desesperado social a moverse en círculos sociales que están en la cima de la grada; busca destacar su presencia convirtiéndose en empalagoso, aunque explorando el empalme social encuentra con su conversación repugnante el desprecio desconcertante.

11.- El trepador comienza trepando con acciones normales, inofensivas en los marcos del sistema, sin lesionar a terceros; pero una vez comprueba que los métodos utilizados no le han dado los resultados ambicionados, entonces cambia y se dedica a hacer diabluras.

12.- Si por la mente del trepador pasa la idea de que para ponerse en el espacio social donde están los que primero se sirvieron del bollo, tiene que jugar con malas artes, hacer travesuras, diabluras, todas clases de trastadas, en lo adelante actuará sin miramiento alguno.

13.- Convencido el trepador social de que está muy distante del lugar donde está lo que queda del bizcocho que brinda el sistema, entonces hace una pausa, analiza la longitud y se dispone avanzar para no seguir alejado.

II.- El trepador social acepta cualquier trato

14- Al trepador le es indiferente sentirse deshonrado o respetado, odiado o estimado, lo que persigue es notoriedad social, aunque sea injuriado, vituperado o pongan mala cara por su presencia; lo que procura es facilitar su penetración social aunque sea a puntapié.

15.- El trepador no busca afecto sincero o aversión, amor o desamor, aflicción o repulsión; acepta todo hacia su persona en nombre de llegar al pináculo social. Le da lo mismo recibir un trato de patán que de educado, refinado o tosco; de comprensivo que de intransigente.

16.- El trepador, para formar parte de círculos sociales elevados, no se siente mal si es considerado un estúpido; acepta que como forma de burla se le hable disparates, majaderías y cuantas sandeces sirven para zaherir a una persona en su inteligencia, sentido común y sano juicio; no da demostración de sentirse ofendido, vejado, si es con el fin de ascender.

17.- El trepador, en su alucinación por estar en la altura social, se cree descollante, aunque sea tratado como ordinario, un corriente cualquiera. En nombre de estar encumbrado acepta ser humillado, menguado en su persona, un minúsculo humano, una minucia hecha persona.

18.- Poco le importa al trepador social que se le dé un trato de jefe o asistente, criado o amo, de señor o servidor; para él lo que cuenta es moverse en un ambiente en el cual tiene futuro para subir socialmente. La cortesía o deferencia no la toma en cuenta, el tratamiento de desprecio, amable o adusto le es indiferente al trepador.

III.- El trepador social: un desenfrenado

19.- El trepador social, como competidor desenfrenado no tiene límites; rivaliza con cualquiera sin importar el terreno ni los medios; no respeta contrincantes en su desesperada carrera por llegar a donde está la mesa que contiene lo que queda del pastel; lo que le interesa es que le corresponda algo.

20.- Los juegos sucios del trepador social dan grima y generan inquietud, a la vez que repugnan; pero le da lo mismo con su proceder causar sonrisa o llanto, ser visto como delicado o grosero, generar asco o gusto, aceptación o rechazo, ser visto como atento o despreciable .

21.- En su alocada carrera hacia la cima, y en disposición de avasallar para satisfacer su apetencia de escala social, el trepador hace caso omiso a que le califiquen de probo o perverso; la virtud la coloca a un lado en nombre de trepar; se sube al lomo de la inmoralidad; se encarama hasta en el espinazo de un lisiado para ascender socialmente.

22.- La suma de escalones que el trepador tiene que subir no le importa. Su finalidad es ser de la alta escala social, ser un empingorotado; que se le considere un encopetado; pero nunca un pobrete desclasado.

23.- Quien busca la movilidad social a pura leña, no tiene reparo en nada; no persigue honra, estima ni distinción; no le importa ser despreciado, le basta estar al lado de los que legítimamente llegaron a la cúspide del ordenamiento social.

24.- Estar en el peldaño alto de la sociedad, habiendo llegado sin esfuerzo alguno, da satisfacción al trepador, aunque ocupe el lugar sabiendo que es una persona de vida porqueriza.

25.- Todo aquel que se fija la idea de trepar en el medio social, es posible que llegue, aunque sea arrastrándose como una culebra; lo que cuenta es el resultado; lo del trepador es emprender la marcha hacia la parte más alta de la escalera social; parte con el fin de llegar; sale aunque tenga de por medio una muralla de acero, un paredón, una fortificación o una pared de concreto armado.

26.- Aunque el trepador es un chiflado social, un deschavetado, también es propenso a ilusionarse; en sus planes por escalar se comporta incoherente, moviéndose entre ser un soñador y un práctico, un fanático realista.

27.- El trepador no toma en cuenta la altura de la escalera social; la altitud lo tiene sin cuidado; lo que le importa es estar allá, en el pico clasista; la elevación carece de relevancia, a ella ha de llegar aunque sea como reptil o cucaracha; se ha propuesto estar a distancia de la llanura, en la cumbre, en lo más alto, en el vértice, pero jamás en el pie, en la base social.

28.- En la mente del trepador está sentirse socialmente aumentado, un crecido social, considerarse un prominente del medio, pero nunca un bajo o de abajo; el acrecentamiento en el medio social divierte al trepador, sentirse que ha aumentado socialmente, en excelsitud.

29.- El sentido de la oportunidad lo demuestra el trepador cuando se le requiere que adopte una posición de sinceridad; de inmediato saca una de sus armas favoritas: la simulación. Finge con una naturalidad asombrosa, combinando lo espontáneo con el disimulo, la naturalidad con la doblez, la franqueza con la hipocresía, y lo de pérfido con leal.

30.- El escalador, el trepador, en su actitud de indiferente ante lo que no es de su conveniencia para escalar socialmente, no se enfrenta con nadie; no choca ni con la brisa. Es un apático circunstancial; su despreocupación lo hace un individuo frío, aunque se pone caliente cuando se le presenta la ocasión para escalar; está preparado para comportarse impasible o apasionado, participativo o neutral.

31.- Resulta difícil adivinar la posición que ha de adoptar el trepador ante un conflicto en el cual se impugna el sistema social; por su proceder ondulado puede optar entre tomar una decisión flexuosa, con la que no dice ni que sí, ni que no. También puede ser rígida, si visualiza que en el curso de la crisis hay una brecha para subir peldaños.

32.- Un momento difícil para el trepador social es cuando uno del grupo donde hace de bufón le pide una acción que entraña valentía. En ese momento el escalador se espanta; trastabilla, pero como es un naco, pusilánime y medroso, le sale a relucir el susto y escurre el bulto, diciéndole a su interlocutor: “después nos vemos”.

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