Un triste espectáculo

Lo acontecido en la convención del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) no tiene otro calificativo que el de un triste espectáculo. Este espectáculo pone en evidencia lo distantes que estamos de una cultura política sustentada en valores democráti

Lo acontecido en la convención del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) no tiene otro calificativo que el de un triste espectáculo. Este espectáculo pone en evidencia lo distantes que estamos de una cultura política sustentada en valores democráticos. La opacidad del proceso perredeísta comenzó desde el momento mismo en que la dirección de este partido se negó a proporcionar información sobre sus elecciones internas y a impedir la observación de instituciones electorales y de la sociedad civil. El hecho de que se obstaculizara el trabajo de los medios de comunicación el pasado 20 de julio, da cuenta de que algo se quería ocultar.

La agresión a periodistas y camarógrafos por parte de miembros destacados del PRD es un grave atentado a la libertad de prensa que requiere de sanciones ejemplares a los responsables, incluyendo a los dirigentes que tuvieron una participación activa en este hecho vergonzoso. No basta la pura y simple suspensión de empleados subcontratados a través de empresas de seguridad.
Ahora que este caso irá al Tribunal Superior Electoral (TSE), se deberán dar respuestas convincentes a todas las dudas que se generaron en el proceso.
Entre ellas: ¿por qué se les impidió votar a una gran cantidad de miembros del PRD?, ¿por qué no se permitió la inscripción de los delegados de uno de los candidatos a presidir el partido?, ¿se respetó o no la voluntad de los electores?
A las autoridades del PRD les corresponderá brindar todas las informaciones sobre lo que aconteció en su convención. De no ser así, este será un proceso sin legitimidad, del que resultarán autoridades seriamente cuestionadas. Esto seguirá debilitando al principal partido de oposición y profundizará aún más su crisis interna. Esta situación tiene un impacto negativo en el sistema político, pues crea las condiciones para que el partido oficial siga gobernando sin ningún tipo de contrapeso, lo que es contrario a la salud de la democracia. El régimen democrático se beneficia de la coexistencia de diversas organizaciones partidarias fuertes e ideológicamente diferenciadas.

Por otro lado, lo del PRD no es más que una muestra grotesca del deterioro del sistema de partidos en la República Dominicana. Desde hace mucho tiempo el clientelismo político, la marcada influencia del dinero y las prácticas fraudulentas, han sustituido el ejercicio libre y consciente de los militantes partidarios en la elección de sus autoridades internas o de sus candidatos a elección popular. Éste, lamentablemente, es un problema que afecta la democracia interna de todos los partidos políticos. La única diferencia es que unos lo disimulan y el PRD lo exhibe con desparpajo.

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