Tristeza en la construcción

El 27 de junio fue un dia sumamente triste para el sector de la construcción.    Ocurrieron dos decesos, uno del señor…

El 27 de junio fue un dia sumamente triste para el sector de la construcción.    Ocurrieron dos decesos, uno del señor Anthony Haché y otro de doña Antonia Agramonte viuda Arzeno, madre de nuestro apreciado amigo Danilo Arzeno.
Asistí a expresar las condolencias a Danilo y a sus familiares y allí tuve el grato placer de encontrarme con varias personas muy especiales para mí. Primero, doña Nelly Agramonte, viuda de mi querido primo Marcelo De Moya, a quien su cariño y bondad le brotan por los poros. 

También a Gladys, la hermana mayor de Danilo, a quien creo que no la veía desde la escuela Normal de La Vega. Imagínense ustedes el tiempo que hace. A ella le dije que nuestros afectos son “sin factura” y que es como si nos hubiéramos visto ayer. También vi a William Piña, a quien tampoco veía desde hacía muchísimos años. Fueron momentos de remembranzas dentro de una gran tristeza.

En cuanto a Anthony Haché, tengo que tocar dos vertientes, una relacionada con la construcción y otra relacionada con su familia. En el primer caso he dicho que la importancia de la Casa Haché, y muy especialmente de Anthony, fue un puntal extraordinario en el desarrollo y crecimiento del sector de la construcción en general que abarca tiempo y distancia. No se podrá hablar de construcciones en nuestro país sin mencionar a Anthony Haché.

En el caso familiar, logró formar una familia con doña Clara Polanco Zeller, uno de cuyos momentos especiales fue el que ocurrió al principio de su relación, comentado en todas partes, que consistió en una serenata ofrecida a Clara con el tenor de juventud Lope Balaguer, acompañado por un piano llevado en un camión desde Santiago; el padre de Clara era un médico filántropo y abnegado, persona querida y admirada en todos los sectores de Puerto Plata.

Del fruto de esa unión nacieron varios hijos, hombres y mujeres que van descollando admirablemente en sus funciones como personas de bien y empresarios de gran futuro; indudablemente tendrán la gran responsabilidad de imitar el gran ejemplo de su padre, lamentablemente desaparecido.

«Antony Haché le llevó una serenata a su amada Clara, con el cantante Lope Balaguer, quien cantó con el acompañamiento de un piano que fue llevado desde Santiago a Puerto Plata en un cambión, exclusivamente para la ocasión».

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