Nunca me cansaré de escribir que a los grandes los persigue la historia. Y en este caso mucho más porque no pretendo hablar de un hombre común.Tenía que ser en Citi Field, la sede de los Mets, donde Mariano Rivera jugará su último Juego de Estrellas. Primero, es en Nueva York, donde el panameño ha protagonizado momentos dorados para la historia con los Yankees.
Segundo, son los Mets la franquicia que más tributo le rinde a Jackie Robinson, la leyenda que rompió la barrera racial en las Grandes Ligas y que utilizaba el número 42, retirado en las Mayores para todos los jugadores con excepción de…tenía que ser Mariano.
Si desean más coincidencias, les recuerdo que la suma de 42 y 42 da 84 y esta noche se celebra el Juego de Estrellas número 84 en los anales del negocio.
Al que le hablaban de esto cinco años atrás podía acusar de orate al relator. Pero así obra el destino y más cuando se trata de un grande como Rivera.
La grandeza de Rivera no se queda en ser el más grande cerrador de todos los tiempos. Cruza el terreno de juego, algo destinado para figuras inmensas en cualquier terreno.
Me refiero a la sencillez.
En dos ocasiones ayer estuve en una zona por donde pasó Rivera antes de ocupar su asiento en la acostumbrada rueda de prensa que conceden los jugadores a los medios. Ambas veces saludó a todo el que estaba cerca. Y una vez más fue único en su clase.
Con todo y que en cada rincón se habla del último Juego de Estrellas de Rivera, el hombre del cutter y los cinco anillos desvió toda atención posible porque en su ideal nadie es más grande que el juego.
Nueva vez se elevó por encima del grupo.
Ese es Mariano Rivera.
Apunte esto
Bartolo Colón, no muy dado a las entrevistas por su timidez, habló ayer largo y tendido con los medios latinos… Edwin Encarnación volvió a comportarse como un caballero…Dice Manny Machado que Álex Rodríguez es su ídolo… Miguel Cabrera come todo lo que sea dominicano. Le encanta ese sazón. l
