Una campaña adelantada

La famosa llamada a una emisora de radio y las consiguientes reacciones nos hacen entender que el país de repente está en medio del proceso electoral de 2016. Es lo que podríamos considerar una campaña adelantada.Ocurre cuando todavía…

La famosa llamada a una emisora de radio y las consiguientes reacciones nos hacen entender que el país de repente está en medio del proceso electoral de 2016. Es lo que podríamos considerar una campaña adelantada.

Ocurre cuando todavía varios de los partidos no han escogido sus candidatos y muchos no terminan de resolver sus diferencias internas. En el día de ayer la mayoría de los políticos estaban en campaña en las diferentes regiones y en un acto de inauguración fueron levantadas pancartas de apoyo a la reelección.

Asimismo, la Junta Central Electoral (JCE) está afanosamente empeñada en completar el proceso de renovación de la cédula de identidad y electoral y esta semana empezará a conocer las solicitudes de reconocimiento de agrupaciones, movimientos y partidos que tratan de conseguir la franquicia para participar en las elecciones.

Se habla de no menos de dieciocho solicitudes de reconocimiento de partidos. Una industria a la que mucha gente apuesta desde diferentes perspectivas.

Los procesos electorales sirven para catarsis. Aspiraciones, expectativas y esperanzas inundan todos los escenarios, calles, avenidas y caminos. A veces carnaval, otras veces batallas encarnizadas de diatribas y hasta de sangre.

Ofensas y agresiones. La libertad de expresión se confunde con el derecho a zaherir o insultar a adversarios preferidos. Incluso, hasta al interior de las mismas organizaciones vemos cómo los denuestos sustituyen el discurso y las propuestas que debían levantarse por el sueño de un mejor país.

La carrera se inició y hay que observar bien por cuál ruta caminar, porque a cualquier mortal se lo llevan por delante. La honra suele ser la primera víctima del desenfreno, la manipulación, los ataques arteros, las descalificaciones, insultos, amenazas y muertes.

Una pena que una fiesta democrática se precipite como el festín de los sicarios de las honras ajenas. Pero esta es la República Dominicana y es aquí donde hay que dar la batalla por los derechos y especialmente crear espacios que permitan sobrevivir a la contaminación de todo, incluidas las palabras.

Una campaña electoral adelantada puede terminar mal. 

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