Una estructura progresista al PLD

Desde los años adolescentes escuché del profesor Bosch y leí que lo espontáneo repite lo existente. Nunca propicia cambios, más bien consolida el estatus. También aquello que la forma guarda el fondo; un café se toma en una taza y una sopa…

Desde los años adolescentes escuché del profesor Bosch y leí que lo espontáneo repite lo existente. Nunca propicia cambios, más bien consolida el estatus. También aquello que la forma guarda el fondo; un café se toma en una taza y una sopa en plato hondo; no al revés.

Esta son premisas a ser consideradas en la base metodología de cualquier organización política, sea de izquierda o sea conservadora. Si es de izquierda, son necesarias para buscar el cambio. A su vez, el conservador consolida lo existente y propicia reforzar los valores del estatus.

El PLD se ha dejado atrapar en lo establecido al dar prioridad a las aspiraciones individuales sin considerar el interés general, el que se sitúa en un contexto de sociedad. Es un síndrome de aspiraciones y ambiciones individuales que toma mayor cuerpo cuando alcanzar posiciones nos lleva a niveles sociales superiores. No es solo dinero, sino peor cuando se tiene y no basta para ser socialmente trascendente.

El partido no hace nada con decirse progresista, si por sus actuaciones espontáneas no lo es; la espontaneidad lo conduce a ser una fuerza conservadora. Cuando predomina lo espontáneo ingresan a sus filas y pasan a tener posiciones de representación, personas que no conocen ni les importa el “proyecto de nación” que se sustenta. Despiertan en los de adentro la ambición de alcanzar posiciones como un derecho vital y crean ruidos divisorios si no tienen el camino expedito.

Lo espontáneo se da como si fuera natural, cuando en realidad es un componente conservador que refuerza lo existente y corroe a los proyectos progresistas.

Estas explicaciones no son suficientes para describir lo que ocurre ahora en el PLD. Pero, permiten entender por qué se agrupan personas como si se tratara de una organización con grupos dentro del Partido, para perseguir las posiciones electivas, las funciones ministeriales, los cargos y empleos. Se crean líneas de sucesión por un derecho no otorgado ni por elección, sino por cooptación. Peor, al más alto nivel se producen luchas que crean ruidos que dañan una buena gestión como aquella del déficit fiscal o el de favorecer la descalificación moral del oponente interno, por creerse situado en la línea de sucesión imaginada y deseada, no real ni legítima.

¿Cómo superar esa conducta que distorsiona el pensamiento progresista?

Juan Bosch nos decía que debe seguirse una gran estrategia militar -que es lo que más parecido a una estrategia política- buscando la iniciativa en la que debe descansar que todos tropezamos con ella, pero por simple no vemos.
La estrategia es producir un necesario movimiento orgánico dialéctico no el PLD, para crear nuevas estructuras progresistas. La dialéctica es base de la ciencia social y explica lo del cambio permanente en la sociedad y la naturaleza; la clave es conocer qué y cómo propiciar el movimiento dialéctico.

Procede que los miembros pasen a integrarse en sus mesas electorales y allí formar sus respectivos comités de base. Eso lo dotaría de una nueva y progresista estructura, que al mismo tiempo audite su padrón partidario, supere los grupos, facilite las solicitudes de ingresos individuales y preferiblemente por internet (sin esperar a formar un CB) y adecuarlo electoralmente; definiría la organización sectorial (juventud, profesionales, mujeres, trabajadores, etc) e innovaría su forma progresista.

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