Villa Mella despide a su “Gigante del Son”

Desde la empobrecida casita materna en el sector San Felipe, de Villa Mella, hasta el cementerio municipal de esa localidad, solo el carro fúnebre que trasladaba los restos de “Bartolito” daba la nota triste en el recorrido.

Desde la empobrecida casita materna en el sector San Felipe, de Villa Mella, hasta el cementerio municipal de esa localidad, solo el carro fúnebre que trasladaba los restos de “Bartolito” daba la nota triste en el recorrido. Después, todo fue música, canto y baile para honrar el legado de un artista que dedicó su vida a la música, y que fue sepultado como él quería: que no faltara el son y que el público lo despidiera con alegría. Los restos de Bartolo Chala del Rosario, nombre de pila de “El Gigante del Son”, recibieron cristiana sepultura ayer, en medio de la solicitud de familiares, amigos, músicos y gestores culturales de la zona, para que el Ayuntamiento de Santo Domingo Norte designe una de las calles de Villa Mella con el nombre de “Bartolito”.

El cantante, músico y compositor, nacido en 1951, falleció en la madrugada del domingo a causa de una neumonía que se agravó por su condición de diabético.

Su hermana María lo recordó como un gran consejero, un padre atento y un inigualable artista. “Era nuestro hermano mayor. Siempre nos aconsejaba. Nos decía: mis hermanas, caminen bien, no se fijen en lo material, sino en lo espiritual. Siempre preocupado de nuestra madre (Ana del Rosario), todo el tiempo fue alegre”, dijo María, a quien el líder de “Los Bravos del Son” intentaría introducirla  a la música. “En un principio interpreté dos canciones cuando él creó el Sexteto Juvenil, pero sentí que no era mi pasión”, narró.

La cantante Sonia Cabral, a quien Bartolito integró en sus otras orquestas, Anacrusa y Los Bravos del Son, en medio la tristeza destacó las cualidades como artista y ser humano de quien fuera su maestro y guía. “Fue el más importante sonero de Villa Mella… y me atrevería a decir que del país, nos deja un legado musical importantísimo”, expresó ante el público que asistió al entierro.

Bartolito dio sus primeros pasos en la música a nivel profesional con el “Sexteto Juvenil”, más tarde fundaría la orquesta Anacruza, hasta emprender el proyecto más destacado de su carrera “Los Bravos del Son”, del cual estaría al frente hasta noviembre del pasado año, cuando se vio forzado a tomar una pausa por su delicado estado de salud. No hubo sonero reconocido que no pasara por estas escuelas creadas por este inigualable artista, entre ellos Sonia Cabral, Los Científicos y Los hermanos Heredia.

“Bartolito fue un músico que desde el principio se destacó con el son, porque eso era lo que a él le gusta. Desde que cumplió dos años mi madre le hizo una pequeña guitarra y lo que él tocaba era el son, toda su vida. Por eso, a la juventud de ahora les exhorto a que no dejen caer el son”, expresó María de la Cruz.

Un hombre reservado y entregado por completo a su vida artística que ganó popularidad por su inigualable son, el cual estampó con piezas como “Villa Mella querida”, “Abuelita”, “Santa Lucía”, “A bailar el son”, “Dulce amor”, “Maribel”, “Quiéreme” y “Ven donde mí”. Entre sus discos que le rindieron buenos frutos se destaca Soneando de verdad, que contiene clásicos como “Suave compay”, “Ven vecinita”, “Te llevaré”, “Sonera”, “Sola y triste”  y “Que lindo es el amor”. A pesar de que Bartolito procreo 14 hijos, sus hermanos coinciden en que siempre estuvo al tanto de sus vástagos. “Era muy difícil para él mantenerlos a todos, pero de cada uno estuvo al tanto, en lo que podía los ayudaba”, recordaron sus familiares, quienes indicaron que el artista tuvo dos matrimonios consagrados.
A la hora de su deceso, Bartolito cumpliría 17 días de casado con Juana de Chalas. ¡Adiós a “El Gigante del Son”!

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