Visiones sobre el Caribe: Dinga y Mandinga o el espiritualismo africano en Puerto Rico

Angel de Angel, 1915E’ colo africano,e’ calo antillano.Dingo, dingaplena mandinga.Zambymbiae’ burndangapa’l guariquiténva en ten con ten.E’ catre llenaai dase plena.

Angel de Angel, 1915

E’ colo africano,
e’ calo antillano.
Dingo, dinga
plena mandinga.
Zambymbia
e’ burndanga
pa’l guariquitén
va en ten con ten.

E’ catre llena
ai dase plena.
e’ caoba africano
e’ sabó antillano,
findiendo dinga
to su mandigna.
e’ta turulata
‘a nalguiprieta,
caliente mulata
su ten con ten
va’ guariquitén

E’ catre llena
ai dase plena
‘a nalguiredonda
e’ baila bomba
e’ tira saeta.

Ardiente mulata
suda turulata,
bambolea su ten con ten
pa’ l gariquiten.

E’ catre llena
aí se da plena
con dinga
y mandinga,
zambumbia.
¡Burundanga!

Ya e’ ta su ten con ten en e’ guariquitén

En una de mis visitas a la hermana isla de Puerto Rico escuché a alguien pronunciar el refrán “El que no tiene de Dinga tiene Mandinga” me dijeron que era una expresión muy típica que había nacido de las raíces africanas.  Sin embargo, en un encuentro de historiadores, volví a escuchar lo mismo con una variante: “El que no tiene de Iinga tiene Mandinga” y me dijo que era una herencia de sus antepasados indígenas. Que Inga era un apellido de origen indígena, por los Incas. Mientras que Mandinga era un apellido de origen africano, por los esclavos que habían llegado al Perú. Me quedé con dudas y la dejé en mi inconsciente, que se revivieron hace unos días.

Recientemente estuve invitada a dar una conferencia en la Feria del Libro de Mayagüez. Aproveché la instancia para ver las publicaciones y comprar algunas. Me encontré un libro maravilloso titulado “Actualidad de las tradiciones espirituales y culturales y africanas en el Caribe y Latinoamérica”, compilado por las investigadoras María Elba Torres, Marta Moreno Vega y Mónica Cortés. Fue publicado en el año 2010 por el Caribbean Cultural Center African Diaspora Institute (CCCADI), el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe y la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades.

La obra resume las ponencias del Primer y Segundo Simposio “Actualidad de la espiritualidad africana en Puerto Rico, el Caribe y Latinoamérica” celebrados en el año 2007. Cuenta con 13 ponencias, algunas de las cuales serán trabajadas en esta columna.

El tema de “Dinga y Mandinga” volvió a aparecer en mi espíritu cuando leí el enjundioso trabajo del investigador y profesor Samuel Cruz titulado “Dinga y Mandinga en el pentecostalismo puertorriqueño”. Cruz sostiene que en la conciencia colectiva del puertorriqueño se ha renegado a la herencia cultural africana, a pesar de que en la gastronomía de la isla abundan las comidas heredadas de los africanos y se baile música con la cadencia heredada de los ritmos afro caribeños, todavía más, sigue afirmando el autor, la propia religión popular es una verdadera expresión del sincretismo, en el cual se entremezclan las creencias. Como él mismo afirma: “Este racismo internalizado está muy arraigado de las fibras de nuestra sociedad. Como resultado existe una miopía cultural, social histórica que no nos permite ver claramente las manifestaciones de nuestra herencia africana en tantas facetas de nuestro diario vivir”. (P. 141)
Lo interesante es, dice Cruz, que aunque exista una negación racional, muchas de las herencias culturales no desaparecen de la vida cotidiana, pues “la teoría social nos ha enseñado que el hábito social es usualmente si no siempre, una rutina que se realiza inconscientemente en las vidas de los seres humanos”. (P. 141)

Cuenta Cruz en su exposición que inició su investigación sobre los movimientos Pentecostales en las comunidades latinas en algunos centros urbanos de Estados Unidos y que en el proceso se dio cuenta de que debía profundizar sobre las culturas afrocaribeñas en el Caribe mismo. Ahí comenzó su periplo por las herencias africanas en las diferentes islas del Caribe, en especial en Puerto Rico. “En la religiosidad caribeña se espera que la divinidad utilice a la religión como guía para nuestras jornadas aquí en la tierra especialmente cuando están confrontando momentos difíciles en sus vidas”. ( P. 145)

Concluye el trabajo afirmando que la presencia tan importante de lo sagrado en la vida cotidiana de los puertorriqueños, y de todos los caribeños, tiene, notablemente una influencia de origen africano. “El esperar sanación, el ser guiado y el tener algún entendimiento del futuro de parte de Dios es muy común en las prácticas religiosas en Puerto Rico y en el Caribe”. (P.149)
Después de haber leído este interesante ensayo, puedo concluir que la expresión de “Dinga y Mandinga” o “Inga y Mandinga” en el lenguaje popular de Puerto Rico y Perú, tiene varias explicaciones.  En primer lugar, la expresión demuestra que en el imaginario colectivo y cotidiano de nuestros pueblos se entremezclan expresiones populares de origen difuso, que bien podrían haber tenido diferentes fuentes África y las etnias que habitaban el continente antes de la llegada de los españoles.  En segundo lugar, podemos constatar que a pesar de la existencia de un racismo ancestral, éste no ha podido eliminar del catálogo cultural de los pueblos las herencias provenientes de las diferentes etnias que han tenido que convivir, a veces de manera brusca, para legarnos una identidad única, producto de la síntesis histórica, nacida de los encuentros y, por qué negarlo, de los desencuentros también.

Producto de la historia, tanto en Puerto Rico como en la parte este de La Hispaniola, lo que hoy es nuestra amada República Dominicana, nuestra identidad se ha configurado de muchas formas: de los indios que desaparecieron y apenas nos quedan algunas de sus palabras y algunas de sus costumbres alimenticias; de los negros que llegaron en calidad de esclavos, desarrollando, para sobrevivir, una cultura paralela de símbolos diversos; de los españoles que llegaron para imponerse, y ellos constituyen, nos guste o no, la cultura dominante; y de los diferentes grupos europeos, chinos, árabes, judíos, hindúes… que llegaron al Caribe en búsqueda de nuevos horizontes, y nos dejaron sus huellas. Y así, repetía ayer, repito hoy y repetiré siempre, este Caribe nuestro es un singular archipiélago de islas, poblado por razas multicolores que se adentraron en nuestra piel y en nuestros corazones. Porque eso somos: el producto de una especial y única mezcla de etnias, religiones, gastronomías y expresiones culturales. Por esta razón, “el que no tiene Dinga, tiene Mandinga”.

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