Se esperaba que tras lograr dos períodos consecutivos de gobierno, que implicaron una controvertida reforma constitucional, el presidente Danilo Medina emplearía buena parte de su último cuatrienio al frente del Estado, en fortalecer la institucionalidad democrática del país, que es el punto de partida del desarrollo nacional en todos los órdenes.
No fue así, y se embarcó en asegurar la continuidad de su partido en el poder, razonable pero no al costo de desconocer de manera reiterada la Constitución, la leyes Electoral, de Función Pública y de Partidos Políticos, entre otras, primero tratando de imponer una segunda reforma constitucional para buscar un tercer mandato consecutivo, y cuando le quedó claro que no podría, de imponer al interpósito Gonzalo Castillo, asumiendo el desafío tan a pecho que llegó a proclamar que él personalmente ganaría las elecciones.

Llegó el gobierno del Presidente al desatino de intentar dañar al principal candidato opositor, Luis Abinader, involucrándolo a través del Ministerio Público y la Policía Nacional en ocasionar el colapso de las elecciones municipales del 16 de febrero, cuando fue el partido oficialista que embarcó a sus cuadros enquistados en la Junta Central Electoral a que ejecutaran el tollo.

El Presidente debe asumir que Luis le ganó la última batalla de la guerra de iniciativas que han librado en los últimos 4 años, cuando lo exhortó a unificar al país alrededor de una agenda común para enfrentar los efectos que generaría al país la crisis del coronavirus.

Por las razones que sean el Presidente desairó ese oportuno y patriótico llamado, al que sí respondieron miles de organizaciones, incluyendo algunas de las más encumbradas del empresariado.

El Presidente también debe interpretar el significado de que en esta semana en uno de los principales espacios de comunicación favorable a su gobierno -el mismo que pusieron a propalar que el contagio de Coronavirus de Luis Abinader era fingido- se reconoció que la oposición tiene razón al denunciar que los boletines de Salud Pública sobre COVID-19 tienen un discrecional manejo favorable al interés oficial, y no al del país, lo que acabó de tumbar la credibilidad de la plataforma desde la cual el Poder Ejecutivo ha mantenido a la sociedad bajo control.

He escrito 2 ó 3 artículos planteando que el presidente Medina debía dejar atrás sus devaneos continuistas y dedicarse a preparar a la sociedad y a su gobierno-partido a organizar una transición que nos ayude a pasar al cambio de gobierno en un proceso tranquilo, sin mayores crispaciones.

La transición debe discurrir tranquila, más ahora que la nueva administración requerirá de grandes energías e impulsos para encarar las responsabilidades de desarrollar una efectiva estrategia que nos ayude a empezar a controlar el Coronavirus, y a trabajar junto al país en reactivar la economía y la vida normal de la gente, aun conviviendo con el virus, hasta que pueda ser totalmente eliminado.

A través del ministro de Salud, la Dirección de Comunicaciones de la Presidencia y connotadas figuras del oficialismo, el gobierno del presidente Medina ha mantenido un permanente laborantismo para generar confusión y miedo, que razonablemente se estigmatiza como una pretensión, vana por demás, de hacer colapsar las elecciones del 5 de julio.

Todas esas resistencias pienso que son propias de quienes se encuentran obnubilados en seguir disfrutando de beneficios y canonjías que le han dado los últimos 8 años de gobierno y algunos además los 12 del presidente Leonel Fernández.

Pienso que la encuesta que publican en la fecha el periódico Hoy y la firma Gallup, la más creída en el país, y que convierte a Luis Abinader en el virtual Presidente, debe ser recibido como un punto final de cualquier residuo de aventura continuista.

Pero que en lo particular el presidente Medina debe internalizar sus resultados como una oportunidad para que en las dos semanas que faltan para las elecciones lidere con toda claridad y coherencia el respeto al marco democrático, a las leyes y a los derechos ciudadanos en que deben discurrir los comicios, para que cumplan los requisitos de equidad, libertad, y transparencia que debe hacer cumplir la JCE.

No lo veo como un contratiempo, como un golpe al danilismo sino como una -quizás última- oportunidad del presidente Danilo Medina para conectar con lo que aspira la mayoría del pueblo dominicano, que por la magnitud de los cacerolazos del sábado y la determinación de ir a votar que muestra la gente, acudirán a las urnas con COVID o sin COVID.

Ojalá que algunos programas y voceros gobiernistas que intentaban esta mañana desacreditar los resultados Gallup-Hoy, incluyendo al ministro administrativo de la Presidencia, no respondan a una errónea política oficial del gobierno sino a resabios particulares.

Dense la oportunidad.

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