Chávez Jr, una carrera de altas y bajas

Julio César Chávez Jr., hijo de la “leyenda viviente”, el exboxeador Julio César Chávez, tendrá (el seis de mayo ante Canelo Álvarez), su pelea más importante desde que se puso unos guantes para trabajar en el boxeo rentable.

Julio César Chávez Jr., hijo de la “leyenda viviente”, el exboxeador Julio César Chávez, tendrá (el seis de mayo ante Canelo Álvarez), su pelea más importante desde que se puso unos guantes para trabajar en el boxeo rentable.Desde que tenía siete años, Chávez Jr. soñó con ser como su padre, un boxeador de trascendencia y algún día convertirse en campeón del mundo. Logró el gran propósito que era el de atrapar una corona mundial y de esa manera por lo menos emularlo. Y aunque no fue un campeón mundial duradero (como titular del peso mediano no fue como su padre), fue monarca mundial en tres divisiones (pluma, ligero y welter junior).

Pero, además, fue un espartano encima del cuadrilátero. Cada vez que se anunciaba una pelea, y él era el protagonista, los fanáticos de la época, especialmente los mexicanos, estaban a la expectativa. Y con la seguridad de que el bravo tres veces campeón iba a ganar. Se mantuvo invicto hasta 1994, cuando presentaba foja de 89-0, pero esa noche probó el polvo del fracaso tras perder ante Franklin Randal quien le arrebató el cinturón welter junior. En la revancha JC Chávez se vengó y recuperó la faja porque Randal, quien conectó golpes ilegales, fue descalificado en el séptimo round.

Abandonó los tinglados con singular expediente de 107 peleas con apenas siete fracasos y ganador de tres fajas mundiales en otras tantas divisiones. Hoy, todavía, JC Chávez (padre) es considerado como el mejor boxeador en la historia del boxeo profesional de México.

Chávez Jr.: en altas y bajas

Desde los ocho años, cuando su papá brillaba en los cuadriláteros internacionales, Chávez Jr., ya “respiraba” aire de boxeo. Porque su padre lo llevaba en hombros a todos sus combates… y el niño, `poco a poco, se iba insertando en el complicado mundo del boxeo. Cuando llegó a los 18 años el muchacho comenzó a dejar su talento. No perdía peleas. Su expediente se mantenía sin mácula. Llegó a tener foja de 46-0 hasta que enfrentó a Maravilla Martínez.

Los más acuciosos analistas, y hasta los promotores y entrenadores, coinciden en que el hijo de “La Leyenda” ha tenido una historia positiva en el boxeo de paga. Lo certifica su foja profesional: 50-2-1 y 32 victorias por nocaut.

Pero uno de sus momentos más tristes -y de acentuada frustración- lo tuvo el 15 de septiembre de 2012 cuando se dejó arrebatar el campeonato mundial del peso mediano. En la ocasión perdió, por decisión unánime, del argentino Sergio “Maravilla” Martínez quien se recuperó de una caída cuando restaban unos 45 segundos para terminar las acciones.

A partir de ese fracaso su carrera parecía que, pese a su juventud, terminaba. Fue apenas su primera derrota en 48 combates.

Pero lo peor fue que, semanas después de caer ante Maravilla Martínez, dio positivo en exámenes de sustancias controladas.

Además de perder su invicto y ya no ser monarca del mundo, (aunque JC Chávez Jr., tiene el mérito de haber sido el único púgil de México en ganar una faja del peso mediano), se vio obligado a estar fuera de los ensogados por más de un año.

Y al regresar al cuadrilátero, y también fue sorpresa, cayó derrotado ante un rival considerado “del montón” llamado Andrzej Fonfara. Fue noqueado en el noveno round.

En su mejor momento, cuando era considerado como uno de los grandes del pugilismo mundial, dispuso -y lo hizo en forma contundente- de rivales de calidad. Despachó a Sebastian Zbik, Ray Sánchez, Peter Manfredo, Marco Rubio, Alfredo “El Perro” Angulo y Andy Lee.

Después de perder dos combates seguidos, algo que todavía su padre “no acaba de comprender”, Chávez Jr., decidió regresar a los ensogados.

Unos 15 meses después de caer ante Maravilla, y ya olvidándose de ser un peso mediano “natural”, probó suerte en los supermedianos.

Y entonces pactó una pelea con el alemán Dominik Britsch a quien derrotó por decisión unánime y, al parecer, recuperó la confianza… ¡y llevó felicidad a su padre!
En su pelea con Britsch, y tras tener una seria concentración en el gimnasio, llegó a la báscula con un peso de 167,9 libras, a casi una onza de los supermedianos que certifica las 168 libras.

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