Tocar el tatami significa para el peleador dominicano Bernardo Pie emprender un viaje mental a su semilla, a los tiempos cuando la calamidad le forjó el carácter y lo convirtió en una fiera en la jungla del taekwondo.

“Los momentos en una pelea me hacen pensar en los años difíciles, venimos de una familia de escasos recursos y en los combates doy lo mejor porque no podemos volver al pasado”, aseguró este viernes Pie, campeón de 68 kilos de los Juegos Centroamericanos y del Caribe.

Este jueves, apoyado por aficionados que se rindieron ante su aparición y tocaron cornetas, Pie derrotó por 2-1 al colombiano David Paz en la final. Perdió el primer asalto con empate en el marcador; en el segundo sacó su clase y ganó 16-1 y en el tercero venció 13-8.

En la gradas, con la cámara activada en modo vídeo, el medallista olímpico Luisito Pie, hermano de Bernardo, grabó el combate, pero más que eso, fue una inspiración.

“Es mi héroe, mi ejemplo a seguir. Siempre me ha orientado y es un privilegio seguir sus pasos. A veces flaqueo y Luisito me orienta. Tenerlo ahí me empujó; sigo mi sueño con su ejemplo”, confesó a Efe el campeón.

Los hermanos Pie, que son cuatro, nacieron en Bayaguana, municipio de la provincia Monte Plata, 51 kilómetros al este de Santo Domingo. De niño había días en los que no tocaba comer, lo cual años después forjó el carácter de los jóvenes.

“Son descendientes de haitianos, vivían en un batey a unos seis kilómetros de nuestra población; su padre tenía que cortar caña en un ambiente precario. Luego se mudaron a Bayaguana y hoy son nuestro orgullo”, contó a Efe Alberto Peralta, maestro de Educación Física del municipio.

Bernardo es un elegante peleador de piernas largas que toman forma de elásticos cuando castigan al rival, aunque quizás su arma principal es el puño, que el caribeño maneja con exactitud. Ante Paz, ese golpe lo sacó de apuros en los instantes complicados.

“El puño es mi arma confiable. Es algo natural que me sale; cuando la pierna no puede entrar, se busca cómo hacer puntos y el puño es mi fuerte. Lo entreno, aunque es algo que viene conmigo”, explica.

Hace cuatro años en los Juegos Panamericanos de Lima 2019, Pie alcanzó la final. Ahora, a los 28 años es un peleador maduro y piensa en los juegos continentales de Chile como la oportunidad de dar un oro a su país y preparar el salto a las Grandes ligas del taekwondo, en los Olímpicos.

“Vienen 13 meses de trabajo para tratar de llegar en el mejor momento a los Juegos. Vamos a entrenarnos fuerte de cara a los Panamericanos y al año que viene, que será decisivo con el sueño olímpico de París”, aseguró.

Es un moreno de elevada estatura, barba cerrada y pasos largos, que mira a los ojos cuando habla y muestra la seguridad de quien sigue humilde, pero sabe que ya pasó lo peor.

“Haber estado abajo motiva dar lo mejor, ayudar a los demás y hacer las cosas bien porque no está permitido un retroceso; si salí del lodo, no puedo volver a él ¿usted me entiende?”.

En poco menos de dos meses, Pie viajará a la capital de Francia. En el Open de París buscará ganar y hacer puntos para subir en la clasificación mundial, pero más que todo, marcará su territorio en el sitio donde el año que viene buscará hacer el más dulce de sus viajes a la semilla y ganar otra medalla olímpica para la casa.

Pie dijo que durante su combate se sintió emocionado con la algarabía y el respaldo del público en todo el trayecto del combate. “Cuando escuché el himno nacional, tras conquistar la medalla de oro, no tengo palabras para describir la emoción que sentí”.

Revela estaba lesionado de una pierna

Pie reveló que en la base de entrenamientos se lesionó una pierna. “Gracias a Dios, pude mejorar con la ayuda del personal médico y del terapeuta”, indicó. Explicó que hubo miedo y tensión de federados, entrenadores, atletas y muchos amigos, cuando se pensó que tal vez no pudiera combatir y cumplir con el país en busca de lograr la medalla de oro. Refirió que se pasó un mes en México entrenando fuertemente, consciente de que en esa disciplina, nunca se puede perder el ritmo y subestimar a cualquier contrario es un error capital.

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