Se espera que el paciente, quien pidió no ser identificado, recupere su función urinaria y, con el tiempo, la sexual.
El trasplante del escroto no incluyó los testículos del donante, lo que descarta la reproducción. “Simplemente sentimos que había demasiadas interrogantes éticas sin respuesta” con ese paso adicional, dijo el doctor Damon Cooney.
Se han reportado otros tres trasplantes de pene exitosos, dos en Sudáfrica y uno en el Hospital General de Massachusetts en 2016. Esos trasplantes sólo incluían el pene, no el tejido circundante que hizo este trasplante más complejo.
La pérdida del pene, ya sea por cáncer, accidente o lesión de guerra, es emocionalmente traumática, afecta la micción, la intimidad sexual y la capacidad de procrear hijos. Muchos pacientes sufren en silencio por el estigma que en ocasiones conllevan sus lesiones.
Los médicos a veces reconstruyen la forma del pene con la piel del paciente, con frecuencia para atender anormalidades congénitas o durante cirugía de reasignación de sexo. Eso significa utilizar implantes para lograr la erección.
Para un trasplante funcional de pene, los cirujanos deben conectar pequeños nervios y vasos sanguíneos. Los candidatos se enfrentan a riesgos graves, incluido el rechazo del tejido y efectos secundarios por los inmunodepresores que deben tomar el resto de la vida.
Pero los trasplantes de pene han generado un fuerte interés entre los veteranos de Irak y Afganistán. El Archivo de Traumatología del Departamento de Defensa ha registrado 1.367 hombres en servicio que sobrevivieron con lesiones genitourinarias entre 2001 y 2013, aunque no es claro cuántas víctimas han perdido todo o parte del pene.