Durante los primeros días de la pasada semana, los dominicanos estuvimos muy alertas a la evolución de la trayectoria del huracán Dorian, pues, al principio, los modelos de pronósticos del Centro Nacional de Huracanes de La Florida direccionaban su ojo pasando por la provincia La Altagracia, lo que implicaba que gran parte de su campo nuboso, cargado de mucho vapor de agua, podría estar arropando a la República Dominicana y descargar las lluvias que todos estamos necesitando para llenar de agua los embalses de nuestras represas, aguas que mayormente estaban siendo esperadas por un sector agropecuario que ha sido duramente golpeado por una larga sequía que afecta a toda la región del Caribe desde el último trimestre de 2018 hasta el presente, aunque con una pausa, prevista y cumplida, en la segunda mitad de mayo 2019, ya que desde el 15 de mayo hasta el 15 de junio no paró de llover, y esas lluvias aportaron a los embalses de nuestras represas poco más de 200 millones de metros cúbicos de agua que ya han sido consumidos debido a la alta demanda de acueductos, y canales de riego que suplen a plantaciones agrícolas, principalmente los inundados cultivos de arroz, donde más agua se consume y se desperdicia.

Los volúmenes del agua disponible en los embalses de nuestras represas han vuelto hoy a los niveles de la primera mitad de mayo pasado, con poco más de 420 millones de metros cúbicos como volumen útil, lo que quiere decir que, si no llueve, los acueductos del país, pero principalmente el acueducto del Gran Santo Domingo, el de mayor consumo de agua por tener el compromiso de abastecer a 3.5 millones de habitantes, han de confrontar serios problemas de abastecimiento de agua potable, y eso preocupa seriamente a las autoridades de la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo, quienes deben tratar de garantizar 420 millones de galones de agua diariamente, pero con los bajos niveles actuales en los embalses de las represas de Jigüey, Aguacate, y Valdesia, que están casi secos, y con los bajísimos caudales actuales en los ríos Haina, Isa, Mana, Duey, y Guananito, eso no es posible, y la gente debe saberlo para que todos comencemos a economizar agua en la ducha, en el fregadero, en el jardín y en los lavaderos, pues esto es más serio de lo que aparenta, y, si no llueve, en 40 días Santo Domingo se quedaría sin agua.

La gente debe saber que el nivel del agua en el embalse de la represa Jigüey, sobre el cauce del río Nizao, actualmente está en la cota 503.30 msnm (metros sobre el nivel del mar), cuando su cota máxima es la 541.50 msnm, lo que quiere decir que el embalse de Jigüey hoy tiene 38.20 metros por debajo de su cota máxima, lo que indica que es muy poco lo que puede aportar al embalse de Aguacate para desde allí pasar al embalse de Valdesia que es donde están las dos principales tomas de agua del acueducto de Santo Domingo, tomas que aportan 6.5 metros cúbicos de agua por segundo (148 millones de galones de agua por día), pero ese caudal podría verse reducido porque actualmente el embalse de Valdesia está en la cota 139.65 msnm, cuando su cota máxima es la 150 msnm, es decir, que el embalse de Valdesia hoy tiene 10.35 metros por debajo de su cota máxima, y eso crea una situación muy difícil para el acueducto del Gran Santo Domingo y para los canales de riego Marcos A. Cabral (Baní), y Nizao-Najayo (San Cristóbal), pues si el agua almacenada en las represas no alcanza para cubrir todos los compromisos de los acueductos y de la agricultura, entonces es mandatorio priorizar el uso del agua para consumo humano, es decir, el agua de los acueductos.

De ahí que es sumamente urgente que tanto el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI), como el ministerio de Agricultura, pongan en conocimiento de las juntas de regantes que actualmente nuestras represas están casi secas, y que por el momento se impone el racionamiento del agua de uso agrícola, para priorizar la escasa agua almacenada en los embalses para el consumo humano a través de los acueductos, lo cual no amerita ningún tipo de discusión, sino, simplemente, la estricta aplicación de los principios que rigen la correcta administración del agua escasa, aunque con la esperanza de que septiembre, que es el mes pico de los fenómenos meteorológicos del Caribe, nos traiga alguna tormenta que nos llene de agua los embalses de nuestras represas, y con la esperanza de que la sensatez comunitaria permita la construcción de la represa de Pedro Brand, sobre el río Haina, por ser la única opción que, como fuente extra de agua vecina, le queda al Gran Santo Domingo.

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