Con ribetes y frecuencia que mueven a preocupación, se manifiestan exabruptos de la población, que toma en sus manos lo que debiera enfrentar el sistema de justicia dominicano. Dice el poemario universal, con marcada sabiduría, lo que constituye la “Ley Campoamor”: “Todo es según del color, del cristal con que se mira”. Aunque de carácter pesimista, refleja una realidad aplicable, en respuesta a tantas opiniones expresadas por versados en la conducta humana. Asaltantes y ladrones que son atrapados por “la gente”, reciben brutales palizas, violentamente golpeados con crueldad y sentido de venganza. Se completa el cuadro, cuando alguien hace un video del “castigo” recibido y “lo suben”. No hay dominicano o un familiar, que no haya sido víctima de algún asalto o tipo de acto violento, por lo general impune. Durante meses la población dominicana fue testigo, con marcado estupor, del vía crucis, de un médico asaltado, que permaneció preso durante largos meses, prisión que ocasionó indignación colectiva. Una multitud “ajustició” al malogrado asaltante y por los zapatos blancos “identificaron” al galeno como uno de los que provocaron la muerte del caco. El asunto es tan viejo como el vivir en comunidad. Lope de Vega, en 1613 escribió su obra de teatro, “Fuenteovejuna”, basada en hechos reales ocurridos en la época de los Reyes Católicos, en el tiempo de la llegada de los españoles a América. Trata de cómo el pueblo de ese mismo nombre, se amotinó para asesinar al Comendador Mayor de Calatrava por los tantos agravios cometidos. Cuando enviaron investigadores y jueces para determinar quién o quiénes habían sido los autores, solo consiguieron la frase: “lo mató Fuente Ovejuna, todos a una” y fue consignado en las sentencias, como muerto por “todos”. La población dominicana está hastiada del desenfreno de malandrines que maltratan, roban, asaltan y asesinan, apoyados por el círculo de fuego de una policía incapaz, de dudosa eficacia con repetidos casos de “tígueres” con uniforme, además de un sistema de justicia donde se “garantiza” al delincuente y se desampara a la víctima. Un Código Penal que, concebido en otras tierras, ha contribuido al descomunal aumento de la delincuencia, que se “regodea” entre espacios legales y desprotege a la sociedad que está supuesta a normar. Es muy peligroso el que la población asuma la “justicia” en sus manos, pero puedo asegurar, sin temor a equivocarme, que es la respuesta a esa frustración reprimida que ocasiona el estado de inseguridad en que vivimos. Temor de la oscuridad por miedo al que acecha para atracar; miedo al transporte público por la infinidad de asaltos y violencias dentro de ellos; terror a salir temprano de casa por el susto de ser víctima de los que aprovechan la necesidad de tener que salir a la calle; terror a usar prendas que pudieran parecer de valor. Miedo a la seguridad comprometida y miedo a la “autoridad”.

Posted in Edición Impresa, Opiniones

Más de edicion-impresa

Más leídas de edicion-impresa

Las Más leídas