La muerte el jueves último de la menor Chanel Marie Tiburcio, brutalmente golpeada por una compañera de escuela tras un pleito al salir del centro escolar donde estudiaba, en el sector Los Girasoles, de Santo Domingo Oeste, tiene múltiples y tristes lecciones. Y todas laceran y avergüenzan.

Ese lamentable hecho, que ha consternado no solo a los familiares y vecinos de la joven Tiburcilo, de apenas 11 años de edad, debe llamar a reflexión, al análisis profundo y autocrítico de la sociedad en general.

La muerte a golpes de una menor por otra joven dos o tres años mayor que la víctima, en presencia de compañeros de escuela y transeúntes, algunos de los cuales, según versiones, adultos, es un acto que no debe quedar en el simple procedimiento legal aplicable cuando se trata de menores envueltos en situación de conflictos con la norma jurídica. Debe ir más allá. El hecho de que dos estudiantes, por discusiones que pudieran ser consideradas comunes o normales entre estudiantes de básica, se enfrasquen en una pelea frente grupos de compañeros y que éstos y otros curiosos asumieran como primera acción grabar o filmar la pelea, cual si fuera un circo romano, o una velada boxística, en lugar de intervenir para impedir el enfrentamiento, dice mucho y proyecta más, de lo mal que estamos como sociedad. Y si seguimos así, iremos peor.

Cómo es posible que alguien que presencia una riña privilegie una toma de la escena, cuando uno de los protagonistas está rudamente golpeando al otro, en vez de intervenir para terminar la confrontación. En el caso de Chanel Marie no puede alegarse temor a ser lastimado porque además de ser menores los enfrentados, no había ningún tipo de arma en uso. La trágica muerte de Chanel Marie también refleja que en las escuelas la seguridad no abunda. Y también que el fenómeno del bullying se mantiene y crece como práctica frecuente entre estudiantes. Es una modalidad que engendra violencia.

Y si entre la juventud, que por su propia naturaleza lleva generalmente el germen de la rebeldía, crece y se desarrolla la violencia, sencillamente vamos por muy mal camino. Sin ser alarmista ni exagerado, se puede decir que estamos mal y vamos peor.

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