Angélica de Ginebra conoció a su esposo Mario Ginebra Coco cuando ambos trabajaban en el City Bank. JHONNY ROTESTAN
Angélica de Ginebra conoció a su esposo Mario Ginebra Coco cuando ambos trabajaban en el City Bank. JHONNY ROTESTAN

Presidenta de la Fundación Dr. Juan Manuel Taveras Rodríguez

Angélica Benítez de Ginebra también es presidenta de la Asociación Dominicana de Voluntariado Hospitalario y de Salud Incorporada (Adovohs)

El espíritu inquieto de Angélica de Ginebra no permitió que se quedara solo atendiendo a su familia y comenzó a apoyar a su esposo en una empresa de bienes raíces. Pero su espíritu y vocación de servicio la incentivaron a entregarse con pasión y amor a asumir un trabajo voluntario, pues su deseo era que las personas de escasos recursos recibieran atenciones médicas en los centros de salud de la República Dominicana.

Desde que asumió ese compromiso como parte de su vida, Benítez de Ginebra forma parte de importantes instituciones como son las fundaciones Sinfonía, Dr. Taveras, y Adovohs, entre otras.

Experiencia que jamás olvida

Soy hija única, me criaron mi mamá y mi abuelito paterno Lolón Guerrero, fui muy consentida pero sin malcriarme. Él fue uno de los primeros farmacéuticos en Santo Domingo, tenía la Farmacia Lolón Guerrero en El Conde, pero cuando la Revolución del 65 no pudo seguir con ella y la donó a la Cruz Roja, las oficinas las llevó a la casa donde vivíamos por la UASD, desde ahí despachaba las medicinas. Después nos mudamos, pero dejó la compañía ahí hasta que la vendimos hace como 18 años. Recuerdo que cuando me gradué de secretariado bilingüe, mi mamá y mi abuelito me llevaron de paseo por dos meses a Europa, tenía 17 años, él fue un maestro enseñándome todo, había ido varias veces a Europa. Son experiencias que quedan, que no se olvidan jamás, ese viaje fue muy bello. Cuando regresamos al país me inscribieron en el Instituto Gregg, en ese tiempo las muchachas estudiaban secretariado, lo dirigía doña Rosa de Herrera, esposa de don Rafael Herrera, ella era una mujer sumamente educada, nos enseñó no solo clases de taquigrafía, mecanografía, sino también modales, cómo sentarse en una mesa, era muy culta, siempre pensó que no todo era estudios, que una mujer tenía que prepararse para todo”.

Angélica de Ginebra expresa: “Los momentos más bonitos son el nacimiento de cada uno de mis hijos”.

Su primer trabajo

Cuando me gradué me fui a trabajar al City Bank en 1968, tenía 19 años, recuerdo que el primer día tenía unos nervios que me moría, pero la encargada del departamento donde me pusieron era una mujer muy especial, con esa dulzura me enseñó hasta que perdí los nervios. El banco fue una escuela, allí aprendí contabilidad, taquigrafía, mecanografía en español y en inglés, a archivar… En el City Bank conocí a mi esposo Mario Ginebra Coco, él también trabajaba ahí, recuerdo que me caía malísimo, lo sentía muy pesado, él dice que no, que yo me hechicé con él desde que lo vi, pero no, la verdad es que me caía mal. Como estaba en el counter, frente a la puerta de entrada, lo veía que siempre llegaba después de las ocho de la mañana y se metía en su oficina. Cuando me lo encontraba en el pasillo le decía buenos días, pero no contestaba, eso me molestaba, lo veía como muy comparoncito. Un día, hicieron una fiesta de máscaras, participé en una comparsa, éramos muchísimos compañeros del banco y ahí lo conocí diferente, bailé con él y me encantó, lo comencé a tratar y era una chulería, no era pesado, lo que era es tímido. A veces el tímido cae pesado y comparón. En el banco estuve 5 años hasta que me casé, después salí y puse una tienda de ropa de niños en 1985, pero la vendí porque hubo una ley del presidente Guzmán que prohibía traer ropa del extranjero”.

Angélica de Ginebra mientras habla de las damas del Comité

Momento jocoso

Cuando Mario y yo nos hicimos novios, un día él fue a mi casa con un amigo que de cariño le decía cojo. Cuando ese amigo le llamó cojo delante de mi mamá, pensaba que le iba a dar algo. Cuando ellos se fueron, mamá me dijo pero mi hija, mi única hija, no te crié para que te metas con un cojo, y le contesté no mami, es que su amigo le llama así de cariño, y me contestó menos mal. Ese fue algo jocoso que lo recordamos muchísimo. Mi esposo siempre dice que le eché el ojo. Duramos 3 años de amores, nos casamos el 4 de diciembre de 1971 en la Catedral y en el Country Club fue la recepción, cumplimos 52 años y tenemos 3 hijos”.

Momentos bonitos

Los momentos más bonitos son el nacimiento de cada uno de mis hijos, era una emoción, se me salían las lágrimas cuando veía que estaba bien. Resulta que quería una hembra, pero en ese tiempo no se sabía el sexo hasta que se daba a luz. Cuando iba a dar a luz siempre entraba en mi neceser una cintica azul y una rosada, porque pensaba que iba a tener una niña con mucho cabello y le iba hacer un lacito, también llevaba unos areticos. Cuando fui a dar a luz a mi primer hijo y al segundo volví con esos areticos y las cinticas a la casa, pero la tercera vez compré ropitas amarillas y azul y una batica rosada por si acaso y los llevé escondidos. Al final, nunca pude usar ni los areticos ni las sinticas, pero papá Dios es tan grande que tengo 8 nietos y 7 de ellos son hembras, ahora tengo un reguero de mujeres”.

En la Fundación permanecen las batas blancas del doctor Taveras, fotografias y reconocimientos

Cursillo de Cristiandad

Fui a un cursillo de cristiandad por insistencia de mi amiga y compañera de estudios del Colegio Santo Domingo, Evelyn de Vicente, y fue para mí un regalo de Dios y de la Virgen. Desde ese día quedé enamorada de todo lo que se dijo ahí, fue una cosa bella, fue en Casa San Pablo, esos cursillos de cristiandad ubican, fortalecen y enseñan a cómo estar en la línea del Señor. Después llevé a mis dos hijos mayores cuando tuvieron edad para ir, solo me ha falta el pequeño. Uno se interna jueves por la noche y se sale domingo, es como unas vacaciones con Papa Dios, ahí uno llora, pero bien llorao, ese cursillo me enseñó que las cosas no deben ser a empujones, que uno lo que hace es ganar y recibir amor, aprendí que no se puede pedir a Dios nada si uno no le da un poquito de tiempo. Me ayudó mucho que mis hijos estaban en el Loyola, nos hicimos enllaves de los sacerdotes, ellos fueron hermanos que Dios me regaló. Teníamos la confianza sobre todo con el padre Esquivel y el padre Víctor, los invitaba a la casa. Con Esquivel y con Margarita Copello aprendí a ser quien soy hoy en día”.

Angélica de Ginebra emocionada mientras habla de la labor que realiza la Fundación Dr. Taveras

Sirvió de enlace

Una vez, el padre Esquivel le pidió a doña Margarita que uniera la Fundación Sinfonía con la parroquia Santísima Trinidad para hacer un concierto, él ya sabía cómo yo trabajaba en esos eventos para colectar fondos para la parroquia. Me la presentó y a don Pedro, iba a ser el enlace entre la parroquia y la fundación para manejar el concierto, me habilitó una oficina en la parroquia durante 3 meses, tenía una secretaria y desde ahí manejé un concierto dedicado a un hijo de ellos que había muerto hacía muchos años. Fue una misa criolla, un evento bellísimo. Cuando terminó, doña Margarita me invitó a quedarme en Sinfonía. Antes de ella fallecer le dije que iba a renunciar para que le diera paso a otra persona, porque ya estaba en la Fundación Dr. Taveras, pero no aceptó y me propuso quedarme como asesora”.

Fundación Dr. Taveras

El doctor Taveras siempre tuvo el deseo de aportar a su país de origen, inició las gestiones para crear lo que es hoy Cedimat, entonces creó la fundación con los primeros 25 mil pesos de fondo y su esposa Margot Bucher de Taveras se ocupó de buscar las damas que iban a trabajar con ella. En ese tiempo me recomendó doña Margot Aufant, una mujer muy conocida en este país, y así entre a ayudar a buscar fondos aquí. En 2002 muere el doctor Taveras, su esposa heredó su puesto en la fundación, pero enfermó de cáncer. Cuando doña Margot Aufant le habló de mí, ella le dijo que me conocía, que ya me había echado el ojo y me ofreció que el día que ella faltara ocupara la presidencia de la Fundación Dr. Taveras y así fue como entré aquí. Lamentablemente cuando ella falleció en 2006, yo estaba de viajes y cuando regresé mi mamá me dijo que desde que me fui a ella le dio un derrame y estaba en intensivo en Cedimat. Se me salieron las lágrimas le reclamé a mi madre el que no me avisara, y al día siguiente la fui a ver pero ya no había conciencia y en agosto murió, pero dejó todo arreglado en el Patronato de Cedimat de que yo la iba a sustituir en la fundación, donde llevo 18 años”.

Angélica expresa que una de sus debilidades es el Voluntariado del Darío Contreras, ese es uno de sus niños adorados

Hermosa amistad

Conocí al doctor Taveras cuando enfermé de cáncer. Me acuerdo que me hice unos estudios y cuando iba de camino a mi casa me llamaron para que volviera para repetirlo porque algo no había salido bien. Me lo hice de nuevo y me fui para mi casa, pero en la tarde llamaron a mi esposo para decirle que había una sombra en el riñón izquierdo y que teníamos que irnos fuera del país, en ese tiempo aquí no había las condiciones para tratarlo. De eso hace 27 años. Después que le dimos la noticia a mi madre, se lo comentó a su amiga Margot y ella de una vez llamó a una hermana en Boston y le dijo que la hija de una vecina necesitaba una cita médica allá. Eso fue martes, el miércoles fui a un concierto en el Teatro Nacional, el jueves fui a cerrar lo del evento en la parroquia y el domingo me operaron. Cuando me desperté el médico, especialista en riñón me dijo señora Ginebra, le tengo buenas noticias, lo sacamos, estaba encapsulado en una esquina arriba del riñón y usted no va a tener problemas. Al otro día fue el doctor Taveras fue a verme a mi habitación y ahí fue que lo conocí. Regrese al país a los 15 días, pero anual tenía chequeos, siempre lo llamaba y a su esposa y cenábamos juntos”.

Uno de los recuerdos más bellos

En el año que doña Margot murió empecé en Adovohs, con s Su eminencia Nicolás López, cuyo sueño era que en todos los hospitales del país hubiera un voluntariado. Para que vean cómo es la vida en 2009 ya estaba enferma doña Rosa Emilia Sánchez de Tavares, la que hizo el Oncológico, ella dedicó su vida al cáncer. Pero también tenía la residencia de los voluntariados del país. Ya había ido a reuniones a su casa para unificar, eran señoras muy mayores, la salud de doña Rosa se fue desgastando y eso se quedó como dormido. Como conocía a sus hijas, les pedí permiso para que el día que ella muriera, Fundación Taveras le hiciera guardia de honor y aceptaron con gusto. Hablé con mi equipo de voluntarias y aceptaron. Cuando falleció llamé a mi equipo y fuimos a su casa donde la estaban velando, cuando entramos al salón con nuestra la ropa blanca y delantal azul, el voluntariado del oncológico le hacía la guardia de honor a su jefa, entonces nos dieron paso a nosotras. Eso para mí es uno de los recuerdos más bellos que yo tengo. Doña Rosa murió a principios de diciembre siendo la presidenta advitam del Oncológico, y en enero me ofrecieron ocupar el puesto”.

Rescate de Adovohs

Cuando llegué a Adovohs no había cuenta de banco, ni secretaria, ni nada con qué trabajar. Como al mes invité a una reunión en mi casa a las instituciones que seguían afiliadas, les expliqué la situación y me dieron apoyo. Como a los 4 meses hicimos un bingo y comenzamos a adquirir los fondos, empezamos a levantarnos, a comprar lo que se necesitaba, a tener una empleada. Antes éramos 24 y el año pasado teníamos más de 60 instituciones afiliadas. El 25 de enero de este año 2024 Adovohs tiene un taller para todas las instituciones que quieran asistir. Esas batas azules son mi voluntariado de aquí, el voluntariado más formado y el mejor es el mío porque le pongo dedicación. Una de mis debilidades es el Voluntariado del Darío Contreras, ese es uno de mis niños adorados. Desde que el presidente Abinader ganó me llamó, él tiene un comité gestor de voluntariado para los hospitales y quiere que los asesores, él ya ha juramentado 3 en el interior del país”.

Reconocimientos

He tenido demasiados testimonios lindos, cada vez que me entregan un reconocimiento es uno de ellos. Cuando en entregaron el de Brugal, recuerdo que me pidieron que fuera a firmar, que no me preocupara por el maquillaje que ellos se encargaban, tenía que estar el 26 de octubre donde iban hacer la ceremonia. Cuando comenzó la actividad muy linda y se paró doña Virginia Cabral a leer la semblanza, me preguntaba a mí misma quién será, cuando ella comenzó diciendo es la única fundación que tiene su hospital y su voluntariado y ahí mismo le dije a mi marido esa soy yo porque era demasiado casualidad y así mismo fue. Cuando ella termino creía que el corazón se me iba a salir del pecho, cuando me paré a recibir el premio lo único que dije fue buenas noches déjenme decirles que del corazón no me voy a morir, porque si no se me ha salido hoy ya no se me va a salir, no me va a dar el infarto. El premio del BHD también fue muy hermoso, recuerdo que en la semblanza salieron fotos de los bingos, de mi esposo y mis hijos ayudando en esas actividades, mi familia se integra al trabajo que hago. Les di las gracias, porque aunque la fundación Taveras ha hecho una buena labor no es lo mismo que a uno le digan que como persona ese premio es tuyo. Al día siguiente cuando iban a entregarlo nos preguntaron qué íbamos hacer con él, una señora dijo que se iba de viaje con sus hijas y yo les dije que no sabía todavía, pero que sí, que iba ser para mí”.

En el pasillo de la fundación guarda con orgullo fotografías del equipo de voluntarias

Orgullo

Tengo tres hijos, nunca pude usar ni los areticos ni las sinticas que compré, pero papá Dios es tan grande que tengo 8 nietos y de ellos 7 son hembras. Ahora tengo un reguero de mujeres”.

Amistad

Al otro día de operada, el doctor Taveras fue a mi habitación a verme y ahí lo conocí, en Boston. Todos las enfermeras, doctores, entre otras personas se quedaban admirados, él era como un dios”.

Grata experiencia

Cuando me gradué, mi mamá y mi abuelito me llevaron de paseo por dos meses a Europa, tenía 17 años, visitamos muchos países”.

Recuerdos bonitos

Los momentos más bonitos es el nacimiento de cada uno de mis hijos, era una emoción, se me salían las lágrimas cuando veía que estaba bien”.

Hechizo

Un día hcieron una fiesta de máscaras, participé en una comparsa, éramos muchos compañeros del banco, ahí bailé con Mario me encantó”.

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